Doctora Silvia Margarita Carrillo Saucedo
Investigadora posdoctoral del (CIAD-(LANIES), del (IIES)
UNAM Campus Morelia
La hojarasca generada por los árboles, los insectos, los animales y otros organismos, incluyendo al hombre, dependen de los suelos para sostener la vida, ya que mediante ellos es posible generar alimentos, almacenar agua, mantener especies y hasta tener seguridad en nuestro entorno, de ahí la importancia de preservarlos en el mejor estado natural posible.
El día Mundial del Suelo se celebra cada 5 de diciembre desde 2014, año en el que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó esta fecha a propuesta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) sobre todo considerando que los suelos son la base de nuestros alimentos, son el hábitat de miles de organismos, permiten el almacenamiento de agua y nos brindan seguridad
En el marco de este día el trabajo que se realiza en el Centro de Investigaciones en Alimentación y Desarrollo (CIAD), y en el Laboratorio Nacional de Innovación Eco tecnológica para la Sustentabilidad (LANIES), del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) se ha observado que, a pesar de la importancia de los suelos, estos no se preservan de la mejor manera, principalmente por el cambio de uso de suelo, lo que además se intensifica por factores ambientales derivados del efecto del cambio climático como las sequías extremas o las lluvias intensas.
Y es que el suelo es una matriz compleja compuesta de partículas minerales, materia orgánica y un sistema de poros por dónde circula el agua y el aire. Esta matriz contiene minerales esenciales para que las plantas realicen la fotosíntesis de manera efectiva, pero este proceso se altera cuando hay un cambio de uso, por ejemplo, la sustitución por cultivos que demandan más minerales, lo que hace que haya un uso desmedido de fertilizantes. Esta práctica, a largo plazo, cambia el uso eficiente de los nutrientes afectando a las comunidades de microorganismos que habitan el suelo y que son quienes reciclan los minerales. De ahí la importancia de que todo cambio se haga con responsabilidad, cuidando no empobrecer el entorno.
En el caso de los cambios para construcción de vivienda, comercios o industria, la falta de suelo natural hace que la absorción del agua de lluvia sea menor, lo que genera la sensación de que “cada año llueve más” cuando, en realidad, el agua que antes se absorbía por los espacios naturales ahora corre por las calles, dando como resultado genera otros problemas como deslaves o inundaciones, que ponen en riesgo a la población.
Sin embargo, no todo está perdido, ya que es posible hacer un manejo responsable de los suelos mediante acciones que contribuyan a su mantenimiento. Por ejemplo, en los suelos de producción de alimentos, el mantenimiento de una cobertura vegetal cuando la tierra está en descanso, el uso de fertilizantes de origen orgánico o prácticas de manejo como la baja labranza o labranza cero mantienen a las comunidades de microorganismos que ahí viven y cuya función principal es recircular los nutrientes.
En las ciudades también es posible cuidar los suelos manteniendo áreas verdes en las viviendas o en espacios comunes como plazas y jardines públicos, dejando en el suelo las hojas de los árboles que caen “no son basura, ayudan a mantener la humedad del suelo y son nutrientes para las áreas verdes”, explicó Carrillo Saucedo, quien agregó que entre más se preserven los suelos de forma natural, mayor será la diversidad de la vida.
Les invitamos a mirar el suelo, a observar sus colores, los organismos que lo habitan, sentir su textura; huélelo y reflexiona en el papel tan importante que tiene como sustento de la vida.