Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Reyes
«El votante es una criatura extremadamente peligrosa porque a menudo ya no quiere lo que querrá mañana, porque las circunstancias pueden haber cambiado».
Herfried Münkler
En la historia electoral de México los debates presidenciales poco cambian las intenciones de los electores, son vistos y analizados desde las casacas partidistas, los televidentes no hacen un esfuerzo objetivo en el análisis, sino que toman asiento en la zona de porristas y de partidarios que provocan que la mente se nuble, obstaculizando arribar a la verdad.
El domingo vimos un espectáculo con tres objetivos distintos: una de ellas, conservar su ventaja; otro, colaborar estratégicamente en ese objetivo para comprar futuro político, aunque le vaya en juego su lugar en la Historia; la otra candidata, fue aprovechar la oportunidad de crecer, apostar todo el resto, tirar a matar.
Las candidatas vienen de jornadas de desgaste de suela real, de arriesgar el pellejo en zonas prohibidas, de ver la cruda desigualdad, las diversas condiciones de miseria y violencia.
Ese México bronco y desesperanzado ahí está esperando respuestas.
Convivieron con jóvenes de toda la nación quienes laten sus corazones con vigor, con ideales y sueños por ver edificar una patria digna.
Pero son generaciones de jóvenes desmovilizados por la post Pandemia y el encierro generacional depresivo obligado, y por candidaturas presidenciales y al congreso y 9 gubernaturas que decepcionaron, en las que el carisma pasó a ser una pasarela de mediocridad por el exceso de inversión en marketing y el abuso de las redes sociales digitales, para recrear la discusión y los fondos de disputa en los proyectos de poder, y al final, mostraron sus dificultades para genuinamente posicionar un proyecto de nación para los próximos 6 años.
Recapitulemos.
El joven candidato de sonrisa amplia, pícaro y ambicioso, se basó en el marketing y en una supuesta pureza propositiva.
Máynez, en el tercer debate, abandonó su frescura y su ímpetu por conquistar el voto juvenil, y en buena medida se recreó como un actor de la polarización y de la ambigüedad: exhortó a votar aunque no sepan, como él mismo confesó si tuviese que hacerlo por una de las candidatas, por quién debe destinar su sufragio.
La Señora Gálvez enfrentó una oligarquía tripartidista que la asfixió, le condicionaron con recursos y le impuso candidaturas locales: improvisó su cuarto de guerra, dispersó objetivos estratégicos, pero fue recogida con entusiasmo por la sociedad civil quien la arropó y empoderó.
Xóchitl selló un segundo y tercer debate con un entrenamiento afinado en potenciar sus capacidades retóricas, de descalificación y desvirtuación del proyecto de la 4T.
Xóchitl cifra su ímpetu final en las tácticas mediales y de movilización de la “marea rosa”, en pretender el voto útil no de la dirigencia ni del candidato emecista, si no de sus electores, además de su reto visual incisivo para con la candidata Sheinbaum en el segundo y tercer debate, buscando llevarla a una lógica de confrontación, viéndose combativa y evasiva pero sin caer en provocaciones.
La Doctora hizo la tarea al pie de la letra: es una política profesional disciplinada, no improvisa, no arriesga, es la maestra de la contención, como una especie de experta de arte marcial japonés, una judoka política, paciente y confiada, que cree en la ciencia y cumple planes y reglas.
Resistió porque confía en su infantería pulida y una estructura de presencia territorial electoral probada.
Mucho más juiciosa y desenvuelta en el tercer debate presidencial, jugó el rol asignado y ha seguido el guión de una estrategia que hasta ahora le mantiene sus probabilidades de ser la triunfal.
Giro final.
El tercer debate presidencial tuvo de todo.
Llama la atención la acusación hacia Mario Delgado, quien deberá responder de inmediato renunciado a la dirigencia de ese partido.
También, persiste la debilidad en las tres candidaturas sobre cómo responder al desafío de la seguridad, dado que se debe fortalecer la Fiscalía General de la República, reformar la política federal policial y la dimensión a nivel estatal y municipal, los centros de inteligencia y el abrogar la prescripción y caducidad de tipos penales y administrativos.
Dejó pensando a muchos televidentes la pregunta sobre la creencia religiosa a Claudia; consideramos que debe existir respeto y libre juicio sobre cualquiera que sea su credo, y que no está demás conocerlo.
El tema de los nombramientos de embajadores, salientes gobernadores priístas, dejó mal parados a todos.
Nuestros problemas, inmensos, para afrontarlos vamos a necesitar diversos métodos de diálogo nacional eficaces, entre todas las fuerzas políticas, porque la división y la polarización obstaculizan los entendimientos.
Finalmente, la voluntad popular, el universo de electores indecisos (temibles, peligrosos, impredecibles) está ahí, pudiendo demostrar el 2 de junio su intención / su capacidad de modificar el destino nacional; si saldrá de la oscuridad o no, es aún un misterio.
Acudamos a las urnas en paz, con responsabilidad y alegría, nuestro país es grande y así debe ser su destino.