Piénsalo tres veces

Hablemos de la Felicidad

 Francisco Javier Rauda Larios


«La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos».

 – Pablo Neruda.

¿Qué es la felicidad?

Si preguntáramos a 1000 personas diferentes, seguramente no habría dos que nos dieran la misma respuesta.

Quizá haya tantas definiciones como personas habitan este planeta. Yo, por ejemplo, tengo mi propia definición.

Para mí la felicidad consiste en disfrutar cada momento de nuestra existencia, independientemente de la situación particular que vivamos momento a momento.

Por ejemplo, hay personas que se cuestionan hechos tales como “cómo se puede ser feliz si se tiene cáncer o, cómo se puede ser feliz si se es muy pobre”.

La cuestión es que estos hechos, simple y sencillamente son circunstancias, y las circunstancias pueden cambiar en un santiamén, pero la vida es la vida y eso, amable lector, es lo que debemos celebrar y disfrutar.

Uno de los momentos más felices de mi vida, que de hecho he disfrutado más de 20,805 veces, y lo sigo disfrutando, gracias a Dios, es: abrir los ojos cada mañana.

Le haré, para no perder la costumbre, una pregunta mi querido lector y, sinceramente, espero no herir su susceptibilidad.

¿Usted lo disfruta?

Obviamente me refiero al hecho que menciono párrafos arriba: abrir los ojos cada mañana.

Tómese su tiempo para responder.

En tanto, permítame regresar al tema en cuestión de sí se puede ser feliz con una terrible enfermedad, en la pobreza o en cualquier otra circunstancia.

Voy a relatarle un par de casos de la vida real y dejaré que usted haga sus propias deducciones.

Que pasa cuando un señor que tiene cáncer de testículo, se cae de su bicicleta a media carrera y se levanta y gana esa carrera, ¿será feliz en ese momento?

O cuando a una señora en condiciones de pobreza le dicen que su hijo ha “ganado” una beca para ir a la universidad y su hijo se convierte en uno de los médicos más famosos del mundo. ¿Podrá ser feliz en ese momento? O quizá por, el resto de su vida.

Vuelvo a la pregunta, ¿se puede o no ser feliz en estas circunstancias?

Piénselo.

Lo anterior me lleva nueva, e inevitablemente, al sendero de la duda y me hago, y le hago, la siguiente interrogante:

¿De dónde viene la felicidad?

Usted, sin lugar a dudas, tendrá su propia respuesta, déjeme compartirle la mía.

En mi humilde opinión, la base de la felicidad está en las primeras dos letras de la palabra: “FE”.

Muy seguramente ahora es usted quien se está preguntando, ¿por qué la Fe?

Bueno para poder responder a su justificada duda haré primeramente otra serie de preguntas relacionadas:

¿Qué es la Fe?

¿Qué significa creer?

¿En qué cree usted?

¿Con qué intensidad lo cree?

En resumidas cuentas, ¿tiene usted Fe?

Continuando con mi humilde argumento, la Fe es lo que nos permite crear lo que yo llamo Momentos de FElicidad.

Y, según mi teoría, cualquier persona puede crearse un momento de felicidad. Si alguna vez leyó “El hombre en busca de sentido”, sabrá que el Sr Víctor Frankl concuerda conmigo.

Según este prominente psicólogo, sobreviviente del holocausto, la libertad última del ser humano es la libertad de elegir nuestra actitud ante cualquier circunstancia de la vida.

Luego entonces, cualquiera puede crearse un momento de FElicidad ya que ésta es, al fin y al cabo, una actitud.

Y según puedo imaginar, ya se está usted creando, muy seguramente, el siguiente cuestionamiento:

¿De qué manera puedo crearme momentos FElices?

Mi respuesta es llana y simple.

¡De muchas!

Le propongo un sencillo ejercicio, después de leer este párrafo, cierre sus ojos y evoque en su mente uno de los momentos de su vida en los que se sintió realmente feliz.

(Re) Vívalo plenamente, recuerde las sensaciones, los sonidos, incluso los aromas, la mayor cantidad posible de detalles de ese momento que pueda recordar y mantenga en su mente esas imágenes y sensaciones, al menos, un par de minutos.

Pasado ese tiempo, abra sus ojos lentamente y, me encantaría que pudiera decírmelo a mí, pero me conformo con que se lo diga a usted mismo: ¿cómo se siente?.

Y aunque no me lo diga, ya sé la respuesta, se siente feliz.

Bueno, como resultado de este sencillo, pero poderoso ejercicio, usted acaba de hacer un maravilloso descubrimiento, acaba de darse cuenta, y espero sinceramente que le quede bien grabado, que ser feliz depende solamente de usted y de sus pensamientos.

Finalmente agregaré que, como toda disciplina en la vida, la única manera de dominarla es practicando.

Le recomiendo hacer, lo más a menudo que pueda, ejercicios como el que acaba de realizar hace unos momentos.

De igual manera, voy a proporcionarle otra forma muy efectiva de ser feliz, y es, nada más ni nada menos que, hacer feliz a alguien más.

Lo que me lleva, si, así es, a cuestionarlo en ese sentido y preguntarle:

¿A cuántas personas, de las que conviven con usted día a día, hace felices?

Hacer feliz a otra persona, a simple vista, parece muy difícil; pero en realidad no lo es.

¿Cómo se sentiría Usted si yo le dijera, en este momento, que usted es la persona más maravillosa que ha leído este artículo, que es un ser excepcional y que no hay en el mundo, ni habrá, persona alguna como usted?

Ahora, usted pregúntese: ¿Cómo se sentiría su pareja, su hijo, su jefe, su colaborador, el vecino, si les dijera esto mismo? ¿Se sentirían felices?

Si su respuesta es “si”. ¡Felicidades! Acaba de aprender que hacer felices a los demás es fácil.

Para concluir, le contaré una breve historia.

En una ocasión, casi al final de su mandato, le preguntaron a Bill Clinton, si tuviera que dar un mensaje a los jóvenes en este momento, ¿qué les diría? A lo que contesto: » les diría que dejen de hablar de todas las cosas grandes que pueden hacer y vallan y hagan la primera cosa pequeño importante que puedan y, una vez concluida, vayan y hagan la segunda cosa pequeña importante y después la siguiente cosa pequeña importante, porque el mundo está deseoso de gente que haga algo importante y porque al final esas pequeñas cosas cambiarán el mundo».

Así que, mi apreciado lector, le recomiendo que vaya y haga esa primera cosa pequeña importante y, por favor, sea feliz.

“La fe puede ser sucintamente definida como una creencia ilógica en que lo improbable sucederá.”

Henry-Louis Mencken


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