Rosenda y su buen SilabarioRosenda y su buen Silabario

Juan García Chávez

José Rubén Romero publicó en 1934 El pueblo inocente, ese año apareció una segunda edición: Dispongo de dos libros diferentes de segunda edición, debido a que en una por error de imprenta se suprimieron las páginas 12 y 13.

El pueblo inocente narra la historia de Daniel, quien regresa del Seminario de Morelia a Santa Clara del Cobre a pasar las vacaciones grandes, noviembre y diciembre –acorde al ciclo escolar de esos años. Don Vicente, el gañan al servicio de la familia de Daniel lo recibe en la estación del ferrocarril y lo lleva al pueblo

En El pueblo inocente aparece Pito Pérez que: “Llegó trasijado y todo dado a la trampa. Cuando sus gentes le preguntan qué le pasó, les responde muy serio: es que eso del hambre no me asienta.”

Daniel se hace novio de Sara, sobrina del cura, pero Esther cuñada de Daniel le coquetea e inicia un romance escondido, a fines de diciembre:

“Llegó la última cita, y Sara se abrazó a Daniel cual si quisiera abrasarlo con su fuego.

–Pídeme lo que quieras, que cuanto quieras te daré –le dijo ella.

–Que no me olvides  –contestó Daniel sollozando.

–Pide más…

–Que me ames constantemente.

–Pide lo que un hombre pediría a una mujer  –insistió ella con voz tan suave que semejó un suspiro.

Daniel guardó silencio, asustado de aquella flama de carne que entre sus brazos tan inútilmente se consumía…”

Ya en Morelia, Daniel recibió la vista de su amigo santaclarense Alfonso, quien le cuenta las novedades del pueblo, principalmente sobre la muerte de don Vicente, a quien pateó una mula en la barriga, además, salió el peine:

“–Poca cosa. Que tu cuñadita Sara, la sobrina del señor cura, ha dado un resbalón tremendo.

Daniel se puso pálido y sus labios no pudieron articular palabra.

–Pues como te iba diciendo: la chica está embarazada, y de un cura también, para que todo quede en familia. Del padre Soriano. Ella y él lo han confesado a su tío, y éste ha pedido a la Mitra que trasladen a otro pueblo al Vicario.

Le parecía a Daniel increíble lo que de labios de su amigote estaba oyendo. ¡Increíble! Y con una caridad pasmosa dábase cuenta de la trampa infernal en la que estuvo a punto de caer y de la que sólo escapó gracias a don Vicente, que fue, sin sospecharlo, su ángel bueno.”

¿Y los dichos?: “Como la puerca de doña Resendita, que las mazorcas que no se comía las meaba.” Y, “Viva la religión y daca el pantalón, hermano.”

Uno de mis libros, lo autografió el autor: “A mi comadrita Rosaura con todo el cariño de” la firma de Romero y el año, 1936.

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