MENSAJE DE AÑO NUEVO 20 DE MARZO 2023 “Y TUVE QUE ACEPTAR…”
El Dr. Héctor Arturo Sánchez Sandoval nos ofrece estas reflexiones basadas en el poema de Silvia Schmidt
El tiempo pasa y yo sigo aquí. Voy madurando…. o envejeciendo y
empiezo a aceptar.
Aceptar que no se nada del tiempo…Que es un misterio para mí y
que no comprendo la Eternidad.
Tuve que aceptar que todo es pasajero y transitorio. Que estábamos
hechos de recuerdos y olvidos; deseos, sentimientos, memorias, ruidos,
susurros, silencios, días y noches. Pequeñas historias y sutiles detalles.
Tuve que aceptar que mi cuerpo no sería inmortal, que envejecería y
un día se acabaría. O de cualquier otra manera, pero se acabaría.
Yo tuve que aceptar que mis padres no durarían para siempre y que
mis hijos poco a poco escogerían su camino y que seguirían ese camino sin
mí.
Y tuve que aceptar que ellos no eran míos, como suponía. Y que la
libertad de ir y venir es también un derecho suyo.
Yo tuve que aceptar que todos mis bienes me fueron confiados en
préstamo, que no me pertenecían y que eran tan fugaces, como fugaz era
mi propia existencia en la Tierra.
Y tuve que aceptar que mis bienes quedarían para uso de otras
personas, cuando yo ya no esté por aquí.
Yo tuve que aceptar que barrer la acera de mi casa todos los días, no
me daba garantía de que era propiedad mía y que barrerla con tanta
constancia solo era una fútil ilusión de poseerla. Lo que llamaba “mi casa”
era sólo un techo temporal, que cualquier otro día sería el abrigo terrenal
de otra familia.
Y tuve que aceptar que mi apego a las cosas solo haría más penosa
mi despedida y mi partida.
Yo tuve que aceptar que los animales que quiero, mis flores y mis
aves eran mortales. Ellos, no me pertenecían. Fue difícil, pero tuve que
aceptarlo.
Yo tuve que aceptar mis fragilidades, mis limitaciones y mi condición
de ser mortal, de ser efímero.
Yo tuve que aceptar que la Vida continuaría sin mí y que, al cabo del
tiempo, me olvidarían. Humildemente confieso, que tuve que librar muchas
batallas para aceptarlo.
Tantas palabras escritas, tanta necesidad de explicar, entender y
comprender este mundo y la vida que en él vivimos.
Pero me rendí y acepté lo que tenía que aceptar y así dejé de sufrir.
Deseché mi orgullo y mi prepotencia y admití que la Naturaleza trata a
todos de la misma manera, sin favoritismos.
Y tuve que aceptar que en realidad vine al mundo para hacer algo
bueno por él, para tratar de dar lo mejor de mí, para dejar rastros positivos
de mis pasos, antes de partir.
Yo tuve que desarmarme y abrir mis brazos para reconocer la Vida
como es. Reconocer que todo es transitorio y que así funciona todo mientras
estemos aquí en la Tierra.
Eso me hizo reflexionar y aceptar……. y así he logrado tener la Paz
tan soñada.