Parte I

Leandro Espino Córdova, Cronista de Araro


Los papeles debían ser reivindicados, abolidos del olvido y la pasividad de décadas. Ahí estaban los legajos y paquetes, eran mensajes dirigidos, con o sin intención, hacia el futuro. Consignaban sucesos, lugares y personas previos a las luchas de la Revolución Mexicana, eran el «ábrete sésamos» hacia un escenario ilustrativo de la cotidianidad rural, en este caso de la Tenencia de San Buenaventura de las Aguas Calientes Araro.

La Historia Universal se compone de historias nacionales en interacción, éstas de las de los pueblos y la de los pueblos de las locales, familiares e individuales. Rescatar y mostrar este archivo, es un tácito exhorto para nosotros los cronistas e historiógrafos a abrevar en esas fuentes.

Los archivos son la parte más olvidada en nuestra sociedad. Hay un desdén hacia todo lo que huela a pasado. No se ve la trascendencia que tienen esos documentos, legado de nuestros antepasados. Con suerte están arrumbados en algún rincón, olvidados en el tiempo y por las personas. En el peor de los casos, presas de la ignorancia, han sido arrojados a la basura o al fuego.

En Araro el Archivo Histórico está resguardado en cajas, que se encuentran ubicadas en un ambiente propicio más o menos. Los documentos más antiguos son del año de 1876. No hay ninguna explicación de los documentos anteriores a esta fecha. Quizás nunca sabremos qué pasó con esa parte del Archivo.

Para dar a conocer los documentos del siglo XIX de Araro, se planeó hacerlo en cinco tomos. Arbitrariamente se ha agrupado cada tomo con determinado número de años, sin más criterio que dividir el material de trabajo en cinco partes más o menos iguales en volumen.

Con la digitalización del Archivo Histórico en el siglo XIX, se facilita su estudio, su análisis. La facilidad de tenerlo en libro es una gran ventaja, que redundará en beneficio para todo aquel que quiera entrar en contacto con estos documentos del último tercio del siglo XIX. Ahí está la historia del pueblo en su vida diaria. Vemos desfilar al pueblo en su variedad, manera de hacer justicia, escuelas, sucesos, anécdotas, en una palabra, un modo de vivir, de concebir la vida y la relación entre los pobladores. Son la simiente de los que ahora estamos en el pueblo.

Existen muchas lagunas sobre el conocimiento del devenir histórico de nuestra sociedad; muchos vacíos tornan casi ininteligibles a los seres y fenómenos del presente. De una a otra generación se pierden los antecedentes que indican de dónde se viene y a dónde se va.

Este es un modesto esfuerzo para esclarecer el pasado y dar sentido al futuro del pueblo que, no obstante, los infortunios, la marginación, sabe emerger y hasta destacar gracias al talento y fidelidad amorosa de sus habitantes. Frente a un mundo pragmático y utilitarista, Araro opone su bagaje de venerables tradiciones y valores espirituales heredados de sus dignos ancestros.

Este trabajo invita a recuperar el conocimiento del pasado y a consignar el día a día del presente para que las siguientes generaciones tengan muy claro lo referente a errores y aciertos en el rumbo a una sociedad mejor, con metas y objetivos derivados de la sabiduría, es decir, el aprovechamiento y utilización racional de la experiencia consciente.

Por ahora, el trabajo se ha concretado a rescatar estos documentos del olvido. Esperan, posteriormente, un estudio acucioso para hacer la historia del pueblo en aquellos años que se nos antojan remotos. Apenas, pues, es el primer paso. Paso que es fundamental para que la accesibilidad a los documentos sea más fácil y con el escaneo tengamos la seguridad de que son copia fiel de los originales, los cuales ya tendrán pares en circulación informativa.

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