Biográfica I
Neftalí Coria
Tuve la luz en mis manos y la cara de niño bien lavada. Vi pájaros de cerca allá en el cielo, y en esos ojos míos, la luna tenía su casa y un jardín para llorar en las noches más claras. Y yo la miraba, como se mira a una muchacha que corre por los caminos de Dios y mi niñez airosa.
Soñaba libros y un alfabeto de sangre. Versos que se estremecían bajo la primera tinta que manchaba mis cuadernos. Y tuve un loro y un perro al que le dio rabia, y una novia que me abandonó, como me abandonaba la luna grande y repentina, que se apagaba con la lluvia.
Muchas cosas tuve y esas cosas no estuvieron más.
Son esos caminos por los que todos los días quiero regresar y habitar aquellos jardines, como un habitante que vuela.