Parte III
Lucha por la autonomía en los pueblos indígenas
Fanny Escobar Melo-Leandro Espino Córdova
La garantía del ejercicio de las medicinas y parterías tradicionales tiene profundas implicaciones en la reproducción histórica y cultural de los pueblos indígenas; sin embargo, las acciones del Estado a través de las legislaciones, reglamentos y normatividad han provocado graves violaciones a los derechos humanos de mujeres y niños atendidos desde estas prácticas tradicionales, así como a los derechos culturales de los pueblos indígenas, y por tanto han afectado también de manera grave el patrimonio biocultural así como atentan contra la diversidad cultural de nuestro país.
Estas violaciones y afectaciones han sido documentadas a través de investigaciones y expuestas en encuentros académicos y comunitarios, con la presencia de especialistas y representantes de derechos humanos o de instancias legislativas, que han expuesto en cifras la disminución del ejercicio de la medicina y partería tradicional, de los especialistas que las ejercen, los mecanismos formales e informales que las inhiben, prohíben y criminalizan y las legislaciones e instituciones involucradas en ello.
Sin embargo, esta visibilización de la violencia no se ha plasmado en la modificación de leyes ni en la inclusión del derecho al ejercicio de estos conocimientos, tampoco se tiene documentado algún caso que haya llegado a algún proceso judicial, lo que nos habla de la omisión por parte del Estado mexicano para hacerse cargo de este grave problema.
La medicina y partería tradicional desde los pueblos originarios. Los médicos y parteras se nombran y definan a sí mismos como cuidadores y acompañantes de los integrantes de sus pueblos tanto en el proceso reproductivo biológico (partos) como de atención de los diferentes padecimientos y enfermedades que los aquejan, atendiendo estos aspectos desde la cosmovisión y cultura propias, este acompañamiento trasciende lo fisiológico en tanto aconsejan desde temprana edad, cuidan a las familias, vinculan ceremonialmente la reproducción de la vida con los entornos territoriales y sus ciclos a través de la organización de su cosmovisión.
Se reconocen también como herederos de aquellos hombres y mujeres que los anteceden, como los siempre primeros, por ello, todo hombre, mujer y niño que viene a pisar la madre debe ser respetada.
Sus conocimientos y comunicación son sobre y con las plantas, los minerales, los animales, con los elementos del agua, tierra, viento y fuego, así como con las esencias o entidades con la vida y la muerte; como especialistas son el vínculo con el territorio y la sobrenaturaleza.
Saberes y haceres médicos y parteras se basa en una profunda y sólida relación comunitaria, con los aspectos profundos de la identidad y cultura, que se expresa en la interacción con los poseedores de este conocimiento de quienes se aprenderá, esta transmisión se realiza a través de los códigos éticos y de conducta socialmente sancionados a través de la escucha, la observación, la obediencia, el respeto.
Estos procesos de aprendizaje son reconocidos y legitimados generalmente por dos vías; una de ellas es, por supuesto, la práctica realizada entre maestros y aprendices, la cual, con los años devela la segunda: la manifestación del don, a través de los sueños o las revelaciones y que pueden darse desde el nacimiento o en cualquier momento de la vida, todas estas señales serán interpretadas desde los lenguajes simbólicos que la comunidad le ofrece.
Este aprendizaje comprende también el manejo de diversas técnicas de atención y cuidado y se basan en un conocimiento y respeto por los aspectos fisiológicos y anímicos del cuerpo.
En tanto especialistas, su rol o posición dentro de las comunidades en ocasiones se relaciona con una estructura de sabios, consejeros o guías de la comunidad, que tendrán el reconocimiento colectivo para intervenir e influir en otros aspectos de la vida social y ceremonial vinculada a otros ciclos de vida como los agrícolas.
Por ello, la atención y acompañamiento requiere también de la realización de ceremonias y pedimentos ya que en este proceso también intervienen otras entidades presentes en los cuerpos mismos de las personas, de los seres por nacer, de la naturaleza y el entorno que rodea a la comunidad. Por esto, la medicina y partería tradicional se diferencian tanto de otras parterías y fundamentalmente del sistema de salud occidental, por el profundo vínculo con el pueblo en que se recrea histórica y culturalmente y, por ende, forma parte de la identidad comunitaria.