Tranquilino González Gómez
Vibra la vida
y el corazón equilibra
su razón de ser con la mente,
para percibir la música
de las aves que cantan lo divino.
La música de las estrellas
es el secreto de la armonía, que late
en el corazón sagrado,
que retumba con los pasos,
cuando caminas
por el secreto sendero del árbol de la vida.
Aprender a vivir mejor
para comprender los misterios de la risa,
al amparo de saber que el dolor
templa el placer de los festejos,
y que no hay sufrimiento
cuando la vida reposa placentera
jugando con la experiencia
Reflejarte en el mar
cuyas olas marcan los latidos de la tierra
y los vuelos del águila solar
regocijan el perfume de las flores,
que se anidan en la esencia de tus ojos
Me alimento de la luz que borra
la obscuridad cuando aparece,
y le infunde la gracia de saber que todos
los horizontes te llevan a la infinitud de la alegría,
donde tu ser esconde su origen
Los ríos saben
mejor que nadie del silencio,
y los secretos que la tierra guarda
en lo profundo de su corazón,
para amar este universo donde viven
los gnomos y las ondinas,
mientras las sílfides
juegan con las salamandras
La naturaleza se renueva por el sagrado fuego
cuando al amanecer los pájaros con sus trinos
entonan los canticos sagrados que alegran
la tierra y despiertan las miradas del asombro
Alegría de la vida
Alegría por la vida
Alegría por la muerte
que es el otro rostro de la vida,
alegría por el sufrimiento
que descubre
su reposo al volverse cantico
para expresar toda la belleza del absoluto,
que se viste de contrastes
en el ser humano,
para encontrar la mejor manera
de saberse terrestre.