Tranquilino González Gómez
La consciencia es parte de nuestra naturaleza y de nuestra vida, pero su nivel de manifestación es diferente en cada persona. Asistimos hoy al nacimiento de una nueva era, en que florece su despertar y cada ser humano busca desde la profundidad de su ser interior conocerse y comprender como puede vivir mejor; dase cuenta de la realidad que nos ha tocado vivir para ubicarnos en nuestro tiempo y tener la gran oportunidad de expresar nuestras capacidades.
La parte instintiva es la predominante en la mayoría de los seres humanos, sobre todo en lo referente a la sexualidad y a la sobrevivencia. Tener para comer, para comprar lo que necesitamos, para darnos gustos y comodidades es lo que pretendemos, es lo básico, pero no encontramos guía ni apoyo real a nuestras necesidades humanas más trascendentes.
Al ser humano le urge darse cuenta del valor de su vida, aprender y ejercitarse en el arte de amar, valorar toda la belleza de la naturaleza y lo que nos ofrece para nuestro deleite, la comprensión de la diversidad de maneras de pensar y el respeto a esa pluralidad, el sentido de la responsabilidad, el poder de la fe, el goce de la paz y la serenidad. Saber reir es central en la vida.
Estar conscientes en nuestra vida implica darnos cuenta de lo que vivimos en cada minuto de nuestro presente y actuar con conocimiento de causa, con responsabilidad, con solidaridad hacia los demás, buscando el bien común y no solo el beneficio propio, que no es nada sencillo en nuestras sociedades actuales, que propician sentimientos de miedo, odio, ambición, mentira, entre otros, además de muchas enfermedades físicas, emocionales y mentales.
La conciencia es un estado mental individual que nos permite saber cómo nos concebimos a nosotros mismos en nuestro ser interno, y en relación con nuestro medio ambiente y el entorno social, a partir de la percepción de nuestros sentidos y emociones, para que al pensar se utilice la razón para actuar en nuestra vida, y saber cómo nuestras acciones impactan la vida de los demás.
Se trata de darnos cuenta de cómo estamos y actuamos en nuestro presente, de estar atentos de nuestro cuerpo para que se mantenga sano, atentos de nuestras emociones y las formas en que las manejamos, centrándonos en las necesidades del amor y la comprensión. La espiritualidad reclama su alimento.
Se trata de ejercitar nuestra mente con un pensar positivo, y procesar la información que recibimos para darle un orden, aprender a razonar, comprender, e intuir nuestra realidad de una manera holística, desde una visión de totalidad, para actuar en base a las leyes y principios universales y un código espiritual.
Acrecentar nuestra consciencia en base al estudio y ejercicio espiritual, con confianza y fe en la naturaleza de nuestro Ser Humano y sus posibilidades, al tener como principio nuestra naturaleza sagrada, y el servicio a los demás. “Ama a Dios sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo”. Aquí se destacan las dos vías del despertar de la consciencia del ser humano: La individual y la social. El Ser y el Otro. La unidad y su totalidad.