LEANDRO ESPINO CORDOBA, CRONISTA DE ARARO

Parte IV


Lugares y Pueblos de la Doctrina de Zinapécuaro.

Esta región pertenecía a la Encomienda de Zinapécuaro-Araro. Gonzalo Riobó era su encomendero. Pronto murió y como no tenía descendencia, la Encomienda pasó a Cabeza del Rey en 1538.

Fue la razón de que el territorio pronto se pulverizara. Ya para estos años de estudio hay una gran cantidad de personajes españoles que eran dueños de pequeñas, medianas y grandes porciones de tierra. Dependía de la influencia que tuvieran con las autoridades para que la extensión de tierra fuera más o menos grande. Sólo como ejemplo daré algunos nombres:

  • LABOR de Carrasco
  • Casa de Carrasco
  • RANCHO de Juan de La Rea
  • HACIENDA de Diego Vidal 
  • CASA de Hernán Benítez
  • PASTORÍA de Pedro Espino

Son diferentes maneras como se mencionan las pequeñas propiedades en que se había fraccionado la Encomienda. Es difícil saber la extensión exacta que tenían estas diferentes denominaciones.

 

Lo que sí es cierto es que eran bien conocidas, pues algunas veces simplemente se les anota como “Labor de Carrazco”, “Estancia de Espinoza”….  Y a veces hasta de manera más vaga, suponiendo que ya se sabía a quién se refería.

Haciendo un recuento estadístico, encontramos anotados:   11 Ranchos, 25 Labores, 15 Estancias, 5 Haciendas, 5 Casas y 4 Barrios (o Varrios, como está anotado en el libro).  Los Pueblos que aparecen anotados: Bocaneo, Coro, Taimeo, Araro y Queréndaro y, por supuesto, Zinapécuaro, lugar donde se verificaba el Bautismo o Casamiento por ser  la cabeza de la Doctrina.

 

Los Frailes

67 Frailes estamparon su firma en alguna de las Actas. El libro comprende un periodo de 37 años. En este lapso de tiempo estuvieron viviendo en el Convento y sirviendo en el ministerio evangelizador esa cantidad de frailes.

Por lo visto había una gran movilidad. Es difícil saber cuántos estaban en promedio y cuánto tiempo duraban. Los frailes al ir a cumplir con alguna obediencia que los destinaba en determinado lugar, preferían hospedarse en los conventos de la Orden pues tenían el alojo, la comida y la convivencia con hermanos, además de la seguridad.

Por eso vemos que algunos frailes firmaban un acta de Bautismo y después ya no aparecían. Para estos años en esta región la Orden Franciscana ya estaba bien cimentada en cuanto a la evangelización y su relación con el obispo de Valladolid.

O sea, los tiempos primeros de la Evangelización en que el bautismo, sobre todo, como primer sacramento, se administraba, masivamente por dos razones:  el celo apostólico de los frailes y la gran cantidad de indígenas que había y a los que a toda costa se quería que estuvieran dentro del seno de la Iglesia lo más pronto posible para asegurar su salvación, esos tiempos había quedado atrás.

Esto viene a colación porque haciendo un examen estadístico del libro en cuestión, vemos que en este periodo (37 años) hay constancia de 1500 bautizos y 372 casamientos. Si dividimos, resulta que hubo 40 bautizos por año y 10 casamientos en el mismo periodo de un año, en promedio.

Si pensamos en la gran extensión territorial de la Doctrina de Zinapécuaro, concluimos que la impartición de estos sacramentos era muy baja. Por qué, podemos preguntar. La respuesta  es evidente. La población estaba diezmada. Todavía no se reponía de la injusta y terrible explotación que significó la invasión española, las pestes, y en particular la Encomienda de Zinapécuaro-Araro.

A más de cien años de este hecho, los estragos estaban vigentes: la pobreza, el hambre, el sometimiento, la esclavitud en una palabra.

Esta región conformada fundamentalmente por Zinapécuaro, Araro y Acámbaro, de ser floreciente e influyente en lo militar, en lo económico y en lo religioso durante el Imperio P´urhepecha, para esta época era un simple remedo del esplendor pasado.

Aunque la Encomienda para estos años, prácticamente había desaparecido, la vida explotada de los indígenas continuaba, ahora sirviendo a pequeños cacicazgos que casi siempre eran peores.

 

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