Hoy inicio mis colaboraciones en “Unanimidad” con la publicación de esta obra del poeta sahuayense y michoacano, espero les guste tanto como a mí: Luis Manuel Rodríguez García.
Breve Oración Para Morir a Solas
1 – Que no me toque el viento
ni me contemple el agua.
Que no hieran los llantos
mi noche solitaria.
Que los ojos oscuros de amigo
apaguen sus miradas.
Que los rezos perenes de la madre
no confundan mi alma.
Porque quiero morir con la certeza
íntimamente sabia,
de que esta soledad en que he vivido
nunca logró quitarme la esperanza.
2.- Quiero que nadie venga en la agonía
a inundar mis oídos de palabras.
Que nadie diga un réquiem con mi nombre
ni digan lo que he sido
con el delirio de borrar mi nada.
Quiero tener tan solo
ese libro de versos que he leído
por una eternidad sin alboradas.
3.- Porque he vivido solo,
como el rio en su cauce,
como el amor muy dentro de la entraña.
Porque siempre mis labios
para sentir el beso
se acercaron al agua.
Porque solo las manos,
toscas como la tierra,
sintieron la caricia de las playas.
4.- ¿No es un mar esta vida,
un mar de soledad y de nostalgia,
donde fluye la ausencia
como la rosa que la sangre hasta?
¿Qué no pueden los pasos
hundirse entre la urbe legendaria
sin tener que formar ese camino
donde los años pasan?
¿Acaso de mis ojos no ha brotado,
tan doliente y tan clara,
en la corriente de suspiros
mi tormenta de lágrimas?
5.- Estoy aquí. ¡Miradme!
Soy un hombre vencido por la fragua.
Un hombre que en los ojos
atesoró distancias.
Un hombre que ha vivido
por la concordia que los pueblos claman.
Pero es mi cuerpo frágil
al polvo y las cenizas del camino
que mis pasos levanta;
y dócil como el cántaro que suda
su rocío de escarcha.
¡Y se puede palpar junto a su pecho
que el corazón cabalga!
6.- Y si no que lo digan la tórtola y el pino,
que lo diga la estatua
que lo digan los mares
en secreto a las garzas,
si este cuerpo vestido de cilicios,
en soledad de siglos,
no fue petrificado su parábola.
Y si existe la duda,
que me palpen la cara,
que sientan que mi carne se estremece
al sentir el contacto de las brasas.
7.- Y que lo sepan todos:
los que duermen y callan,
los que juzgan y hieren,
los que escuchan y matan.
8.- ¡Asómense a mi cuerpo!
¡Justifiquen mi alma!
¡Contémplenme, si quieren,
pero amordacen hondo las palabras!
Porque soy caminante del silencio
que nunca pudo rebasar el alba.
Soy la noche del cuerpo que no siente
que de amor se desangra.
Soy la cuna del tiempo
donde los años duermen sus infancias,
donde los brazos del reloj se extienden
para formar la cruz de la esperanza.
9.- Y no dirá, si muero,
ninguna cosa falsa.
Quizá sea preferible
que no dijeran nada.
Que me vieran dormido
y se callarán.
Porque el silencio,
es la mejor manera
de llorar con el alma.