Por: Mtro. José Arturo Villaseñor Gómez
Presidente de la Asociación de Cronistas por Michoacán
Gobernar es un arte, su dificultad estriba en la aparente facilidad de llegar al poder y usarlo de acuerdo al libre albedrío o a nuestra intuición.
No obstante, requiere de conocimiento, madurez, liderazgo y sabiduría para buscar armonizar el sentir de una sociedad y llegar a buen término.
A través de la historia de nuestro México este tema ha estado lleno de dificultades, no fácilmente salvables.
A la llegada de los europeos una cultura (la de ellos), buscó imponerse sobre los pueblos originarios, creó leyes buscando hacer coexistir los diferentes grupos aquí establecidos, organizar por sectores sociales, implantar un sistema de gobierno cuya administración tendió a favorecer a los aparentemente dominadores, y aclaro, aparentemente, porque una cultura no puede imponerse sobre otra, utilizando exclusivamente las leyes, el sometimiento, control económico, social, religioso y político para declararse superior.
De ésta manera surgieron ideas de organización que buscaron extraer recursos económicos, fuerza de trabajo e imposición de un modelo político de gobierno. Aunque conservando muchos esquemas indígenas.
Gobernar no es la idea de actuar solo en base a nuestro libre albedrío; implica, desde el modelo de gobierno republicano, heredado de las revoluciones europeas, principalmente la francesa del siglo XVIII y norteamericana de esa misma centuria, conformar un estado-nación, con una división de poderes equilibrados entre sí, con un Ejecutivo surgido de elección popular, un Legislativo que representa también el sentir del pueblo y un poder Judicial que imparta justicia expedita, imparcial y sin distinción de credos políticos ni religiosos, etnias ni poder económicos.
En ese contexto y con esos antecedentes surgió en nuestro país, en plena guerra de independencia, primero en Chilpancingo Guerrero, con los Sentimientos de la Nación en diciembre de 1813 con Morelos, una aspiración al gobierno, en donde los pueblos americanos (México) tuvieran un gobierno con una representación popular, y ahí el municipio cobra relevancia por el papel que debían tener los funcionarios elegidos. Ya no en Repúblicas de indios con sus propios gobernantes y regidores, sino integrados a la «América Septentrional». Igualmente, todos los mexicanos se contemplaban sujetos y objetos de una nueva visión de gobierno.
Sería unos meses después, precisamente en octubre de 1814 en Apatzingán, surgió la primera Constitución de la futura (Actual) República Mexicana. En ella está presente la idea de Estado-Nación, con el municipio como célula básica de organización política para regir la vida de los ciudadanos.