LA ENCÍCLICA VERDE DEL PAPA FRANCISCO
José Juan Marín
El papá Francisco publicó uno de los documentos más duros y críticos de su pontificado: la encíclica Laudate Deum (alabado sea el Señor).
El día de San Francisco de Asís fue el escogido para publicar la segunda parte de Laudato si (Alabado Seas), el documento papal sobre la conservación y el cuidado integral del planeta.
Las dos fuentes de inspiración de la “encíclica verde” o “encíclica ecológica” expedida por el papa Francisco son, por un lado, las advertencias del teólogo de la liberación, Leonardo Boff, contenidas en su libro Ecología: grito de la Tierra, grito de los pobres, publicado en 1996; la segunda es histórica y se centra en la figura y el pensamiento de Giovanni di Pietro Bernardone, mejor conocido como Francisco de Asís, personaje notable por su afán de conectar la condición humana con el mundo natural.
Francisco de Asís fue y sigue siendo una inspiración para cambiar radicalmente la posición de la humanidad ante la debacle ambiental del planeta.
El documento llamado Laudate Deum reprocha a los gobiernos la falta de compromiso para frenar el cambio climático y favorecer el desarrollo de los pueblos más necesitados; además, lamenta la debilidad demostrada por la comunidad internacional en estos años, y el que haya progresos en el desarrollo de la inteligencia artificial, pero no en la templanza de la razón. Dice textualmente:
“La humanidad nunca tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien”.
En la encíclica, no faltan quejas contra sectores de la Iglesia católica que niegan el cambio climático; el inicio del documento es una recolección de datos de distintos estudios medioambientales que tratan de probar el desafío al que la humanidad se enfrenta.
“Me veo obligado a hacer estas precisiones -dice el Sumo Pontífice- que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica”.
El documento invita a la feligresía, a los gobiernos y a la humanidad a reflexionar sobre si llevan una vida austera o si son meros explotadores; sería un gran desacierto -dice- que los hombres no se consideren criaturas humanas, sino dioses que pueden manipular el mundo a su antojo y sin responsabilidad.
Por último, el Papa expresa su deseo de que la próxima cumbre del clima, en la república de Dubái, suponga un nuevo impulso para favorecer el compromiso de la comunidad internacional hacia el cambio climático.