José Juan Marín
Vivimos tiempos de profunda devaluación de la vida política, porque ha perdido su contenido humano, sus principios y valores y la capacidad de respuesta que debería tener frente a una sociedad hundida en la desesperanza.
Es posible que la devaluación de la política haya conducido a la crisis de la democracia. Pero también es posible que haya ocurrido al revés: que la crisis democrática haya producido la devaluación de la política como ejercicio ciudadano.
Esto nos indica que hay que proceder a la reforma de la política, que es necesario dotarla de nuevos contenidos, que es momento de revaluarla y de echarla a andar de nuevo, porque sin política no hay soluciones.
Es decir, la política es diálogo que nutre y enriquece a dos que hablan y acuerdan, y que en su humana conciencia buscan el beneficio de la colectividad, considero::
Primero. Que la política no sea ya, o deje de ser la lucha sorda y salvaje de los intereses en juego, es algo que nos puede beneficiar a todos.
Segundo. Que la política sea un espacio para el ejercicio y el protagonismo de la dignidad ciudadana, es algo que puede dignificar a la política y a los políticos.
Tercero. Que la política sea un ejercicio de conciencia humana y humanista, en el que se busque el bien del prójimo y el bienestar general, es algo que nos conviene a todos.
En suma, que la política sea el arte del servicio a los demás y no el perverso arte de servirse de los demás, es la clave para su reforma y para darle un nuevo contenido de civilidad que sirva a toda la sociedad.