Por Mtro. José Arturo Villaseñor Gómez.


Durante las últimas décadas del siglo XX hubo cambios significativos en la manera de percibir el municipio y actuar de los gobiernos nacional y estatales en cuanto a las políticas a seguir para con los municipios:  a mediados de los años ochenta’s  los regidores mediante un decreto comenzaron a percibir una especie de sueldo – compensación cuya consecuencia inmediata fue la disputa por obtener ese cargo entre los ciudadanos, en aras de obtener un recurso, en muchos casos no tanto por amor al servicio y beneficio de la gente sino por ese aliciente económico.

 

Por otra parte, los ayuntamientos comenzaron a recibir mayor apoyo económico federal y estatal para obras materiales. No obstante, las carencias y dificultades persistieron en cuanto a servicios básicos y seguridad de los habitantes.

 

Hubo también cambios significativos en el panorama partidista: ya no solo fueron el PAN y  el desaparecido PDM los débiles y únicos opositores al entonces invencible PRI!; en 1988 surgió una verdadera oposición con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano al frente, quien representaba el malestar social de la gente fastidiada de ver la insensata hegemonía a un partido llamado PRI, corrompido en varios de sus sectores, a tal grado que aún en la actualidad se rumora sobre el fraude electoral perpetuado en esa época con «la caída del sistema de conteo».

 

El mundo político cambió en su configuración, que no en sus viejas y amañadas prácticas electorales que en la actualidad aún persisten.

 

¿Me pregunto si hoy en día los actores políticos que buscan cargos de representación popular, desde un regidor, síndico, presidente municipal, diputados y demás cargos que buscan estar en esos espacios y deberían representar los intereses y el sentir de los ciudadanos están en ésos puestos de elección popular por amor al deber cívico de un buen ciudadano y lo ejercen de manera imparcial, honesta y con capacidad? o bien son vividores de la política «a la mexicana»; saltando de cargo a cargo o de partido a partido, en busca de un deshonesto y mezquino modo de seguir parasitando

 

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