año nuevo Diez Conejoaño nuevo Diez Conejo

Feliz año nuevo Diez Conejo

Por: Eusebio Itzá Eudave

Este 12 de marzo de 2022 al amanecer da inicio el año Tolteca que lleva por denominación Matlactli Tochtli “Diez Conejo”.

En estas líneas describiremos los elementos que componen los símbolos y significados que han de dar el sentido al trabajo de cada uno de los 365 días que están por venir.

Primeramente abordemos todo lo referente al numeral diez ya que dentro del Cauhpohualli o “cuenta del tiempo” es un número relacionado directamente con Tezcatlipoca “el humear del espejo”.

Hemos de tomar en cuenta que Tezcatlipoca es un arquetipo que está ligado directamente con la creación de la realidad ya que la esencia dual creadora se hace visible a través de cuatro reflejos que son: 1.- Yayauhqui Tezcatlipoca, el espejo oscuro haciendo referencia al espacio y tiempo infinitos, 2.- Tlatlauhqui Tezcatlipoca, el espejo rojo asociado al aspecto ordenador de la materia, 3.- Texouhqui Tezcatlipoca, el espejo azul que asigna actividad y que por lo tanto anima a todo lo existente y finalmente, 4.- Iztac Tezcatlipoca, el espejo blanco que acerca a nosotros el reflejo de la conciencia.

Para entender este aspecto relacionado al significado de los cuatro tezcatlipocas hemos de aseverar que para el pensamiento Tolteca hay dos ciencias bien definidas, una de ellas es la ciencia de Quetzalcóatl ligada a el estudio de todas las formas de vida perceptibles para nosotros, y la segunda es la ciencia de los Tezcatlipoca referida propiamente al estudio de lo oculto y el Ser interno.

De esta manera podemos delimitar que al ser un año con número diez y estar regido por Tezcatlipoca corresponderá un ciclo o año dedicado a la atención, cultivo y reforzamiento del Ser Interno. En otras palabras requeriremos dedicarnos a la auto observación, el auto conocimiento y ponernos a trabajar en el desarrollo de nuestras cualidades internas como son la intuición, la compasión y la espiritualidad, pero principalmente deberemos avocarnos en este año al desarrollo de nuestra conciencia.

Cuando hablamos del desarrollo de nuestra conciencia en la Toltecayotl nos remitimos a conocernos en un aspecto dual por el cual somos creados, por lo tanto desarrollar y acrecentar nuestra conciencia implica saber, entender y sentir que somos parte de un cosmos gigantesco llamado Universo y de igual forma identificarnos como un organismo vivo de la tierra. Si en algún momento logramos ese estado “despierto” de la conciencia descubrimos que no somos más que un instrumento a través del cual el cosmos y la tierra se hacen conscientes de sí mismos.

Para quien quiera ahondar más sobre el tema de la creación y los cuatro Tezcatlipoca le sugiero revisar el libro “Mosaico de jade con reflejos de obsidiana” de Arturo Meza Gutiérrez.

En segundo lugar el signo que le corresponde a este año es Tochtli, “el conejo”.

Debemos considerar que las culturas integradas en el territorio que nuestros abuelos llamaron Anáhuac y que hoy componen mayormente el territorio de México, son culturas profundamente ligadas a la naturaleza y el cosmos. Ésta será una de las dualidades más claramente establecidas en todo el pensamiento filosófico de nuestros ancestros, por lo tanto todo aquello que habita en la tierra invariablemente tendrá su reflejo en elementos celestes porque se parte de la premisa de que “como es arriba es abajo”.

El conejo como símbolo terrestre hace referencia al principio de la fertilidad y el movimiento que se da sobre el rostro de la Tonantzin Tlalli, la “Venerable Madre Tierra”, de tal forma que toda la vida está en movimiento, no es estática, se desplaza reproduciéndose a un ritmo vertiginoso en primavera y verano así como se aletarga y descansa en otoño e invierno.

Por otro lado, el conejo como símbolo celeste estará ligado a la sustancia del espíritu femenino debido a que habita en Metztli “La luna”.

Es sorprendente relacionar a la luna completando sus cuatro ciclos en 28 días, la gestación del conejo que es de 28 días e igualmente el ciclo de fertilidad de la mujer que se cumple cada 28 días.

El espíritu femenino genera una vibración que resuena en la misma frecuencia tanto en la tierra como en el cielo, creando ciclos de fertilidad que aumentan o disminuyen las mareas y mueve los líquidos corporales en la sangre de todos los seres vivos, por lo tanto el signo Tochtli “conejo” generará que este año tenga a disposición de todos nosotros la energía sutil creadora, creativa, intuitiva y de amor incondicional.

Éste será un buen tiempo para emprender proyectos, iniciar nuevas relaciones o vínculos que entretejan las vivencias y emociones de los seres vivos. Es buen tiempo para retomar nuestras relaciones rotas con los elementos de la tierra como son el mar, las montañas, los valles floridos, el fuego ancestral, los aromas sagrados como el copal y el regocijo de los diversos paisajes que tiene para nosotros la fémina que a todos nos relaciona en su falda, como sus pequeños hijos amados.

Otro elemento sustancial del Cauhpohualli o “cuenta del tiempo” que debemos considerar para este año Matlactli Tochtli es la energía regente que en este caso corresponde a Tlazohteotl “El amor divino”.

Con toda seguridad Tlazohteotl es uno de los arquetipos que mayor distorsión tuvieron con el proceso de colonización europea ya que es recurrente que en las diversas fuentes erróneamente se le nombre Tlazolteotl “La diosa de las inmundicias, la suciedad y el pecado carnal”.

Tlazohteotl es en sí misma una esencia y energía femenina que conjuga todo el poder creador de los planos celestes y terrenales. Su nombre aglutina la palabra Tlazohtla “amor” y Teotl “esencia creadora” lo cual nos conduce a considerar que ella es la presencia que con amor crea y da movimiento a todo lo disponible para los seres que habitamos en el rostro de la Madre Tierra.

Puede haber muchas disertaciones asociadas a considerar qué es el amor debido a que puede ser un aspecto bastante subjetivo, sin embargo al acercarnos a la filosofía podemos entender que “el amor” es una de las más elevadas manifestaciones de la voluntad.

Si comprendemos que el amor es voluntad entonces podemos plantear que Tlazohteotl es una manifestación divina del cielo y de la tierra que a voluntad crea las cosas. Para entenderlo de otra forma consideremos que hay una energía que rodea junto y cerca a todo con el propósito de sustentar a los seres de lo esencial para que permanezcan en el plano que les corresponde.

Por esta razón es que a Tlazohteotl se le asocia con una “mujer madura” que asiste a las parteras, los curanderos, agricultores, a las hilanderas y los servidores de la comunidad. Por supuesto sería muy básico e incluso ingenuo pensar que esta “mujer madura” habita de una manera misteriosamente oculta en alguna parte y se hace presente cuando quiere, por lo tanto hay que rezarle y supeditarse a ella para obtener sus bondades, éste sería un pensamiento simplista y religioso más que arquetípicamente filosófico.

Como sucede en la mayor parte de los arquetipos integrados en el pensamiento de nuestros ancestros Tlazohteotl es una forma de sintetizar un conjunto de significados ligados a una serie de funciones de la naturaleza, que en su caso es relacionar, tejer y sustentar la creación misma con el amor que hay de parte de la dualidad creadora para los mundos terrenales y celestes.

Los atavíos que caracterizan a Tlazohteotl son:

– Yacameztli o “nariguera en forma de media luna”. Es uno de los elementos más característicos que identifican a las Tlazohteotl y que al estar en su rostro le da una identidad celeste, lunar, femenina y de poder de gestación.
– Olli o “hule” que rodea la boca. El hule antiguamente tenía dos usos, uno es medicinal y el otro ritual. La resina obtenida del árbol del hule, al madurar se transforma en una masa chiclosa de color negro que puede usarse en diversos procedimientos de medicina natural, principalmente para aliviar torceduras, fracturas y dolores intensos de cabeza. Por otro lado tenía un uso ritual ya que con él pintaban las entradas de algunos templos, fabricaban las bolas que se usaban en el juego de pelota y también del hule se hacían veladoras que incluso pueden ser aromáticas, éstas son vistas en una diversidad muy amplia en códices.

– Banda de algodón. Este es otro de los atavíos más característicos de las Tlazohteotl y se les puede identificar como esa banda de color blanco que rodea su cabeza.

– Malacate. Los utensilios para hilar y tejer son propios de las Tlazohteotl y principalmente vemos a los malacates en el tocado que llevan en su cabeza.

En síntesis podemos decir que Tlazohteotl es el “amor divino”, una energía femenina que reúne el poder creador para sustentar todas las formas de vida en los planos celestes y terrenales.

De otra forma podemos afirmar que Tlazohteotl es el amor de una madre que pone a nuestra disposición todo lo que requerimos para nuestro sustento, nuestra curación, cobijo y sanación. Su materialización amorosa está en las plantas medicinales, en el temazcal, en los frutos de los árboles, de los arbustos, del maíz y de la luz de la luna que nos permite ver en la obscuridad.

Este año es un tiempo en el cual tenemos la responsabilidad de honrar el amor de la madre creadora, principalmente expresada en la tierra con sus paisajes, sus frutos, ríos, montañas, etc. Es tiempo de volver a nuestro origen funcionando como organismos que nos reconocemos como parte de la tierra y que por lo tanto somos en parte responsables de propiciar el equilibrio en los ecosistemas.

Volvamos a nuestras raíces y descolonicemos nuestra cultura y nuestra forma de vida.

Que cada día que viene para ti en este nuevo ciclo seamos abrazados por el manto de amor profundo de nuestra Madre del cielo y Madre de la Tierra, son los mejores deseos de tu hermano Tlahuilcoatl.

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