Piénsalo tres veces.
La soberbia organizacional:
Una enfermedad progresiva y mortal, pero curable I
Por: Francisco Javier Rauda Larios
Como diría, el tristemente célebre, Jack, “el destripador”, vámonos por partes.
De acuerdo con el diccionario soberbia es el sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos, el concepto puede asociarse a la altivez, el engreimiento, la presunción y la petulancia.
Con base en la definición, planteo la siguiente pregunta:
¿Existe la soberbia organizacional?
La respuesta es un rotundo SI, y lo enfatizo.
Suelo comentar en algunos de mis talleres y conferencias que la principal causa del fracaso, tanto a nivel organizacional, como personal es, nada más, ni nada menos que el éxito, si, leyó bien estimado lector, el éxito.
Es el éxito lo que vuelve a muchas personas, y organizaciones, soberbias.
Lo anterior queda de manifiesto porque, en mí experiencia, son pocas las personas y organizaciones que, una vez alcanzado un nivel elevado de grandeza, llamémoslo así, siguen manteniendo el equilibrio y la humildad.
Equilibrio para no perder el piso y la humildad para seguir aprendiendo y mejorando.
Por el contrario, muchas personas, y muchas empresas, una vez alcanzado ese nivel tan elevado, no saben sostenerse así a lo largo del tiempo y eso es lo que hace a la soberbia organizacional una enfermedad progresiva y en algunos de los casos, mortal.
Entre las empresas más conocidas que sobrevivieron a la enfermedad, no sin antes caer, algunas estrepitosamente, son Xerox, IBM, GM, Chrysler y Olivetti, entre otras; por otra parte, entre las que, lamentablemente, “fallecieron” podemos mencionar a Atari, Blockbuster, Kodak y Nokia, entre muchas otras.
Lo anterior encaja a la perfección con el famoso proverbio bíblico:
“El que se ensalce será humillado y el que se humille será ensalzado”.
Con base en esto último, puedo agregar que el hecho de creer que se es el mejor o, al menos, superior a los demás en cualquier aspecto, puede, en la mayoría de los casos, enfermarnos de soberbia.
En consecuencia, la soberbia organizacional, como toda enfermedad, es curable si se detecta a tiempo y, mejor aún, sería estupendo que toda persona, empresa u organización, usará los “métodos profilácticos” adecuados para prevenirla.
Una de las vacunas más efectivas, sino es que la mejor, es la humildad, tanto personal como organizacional.
Humildad para no pavonearse o vanagloriarse del éxito y/o de la posición, humildad para reconocer que, en la vida, tanto personal como organizacional, nunca se termina de mejorar ni se deja de aprender. Dicho sea de paso, la mejora continua está estrechamente relacionada con el aprendizaje continuo.
Pero triste y lamentablemente muchas personas y organizaciones, incluidas las empresas, siguen al pie de la letra el famoso dicho popular:
“Crea fama y échate a dormir”.
Y ya entrados en dichos, en el pecado llevan la penitencia.