Dead Poets Society, conocida en los países hispanos como El club de los poetas muertos, es una película dramática estadounidense de 1989, considerada un clásico del cine. Protagonizada por Robin Williams, y dirigida por Peter Weir, el largometraje fue un éxito de la crítica y de la taquilla.
Su popularidad llevó a que ese mismo año la escritora Nancy H. Kleinbaum publicara Dead Poets Society, una novela basada en el guion original de Tom Schulman para el largometraje.
Entre otros premios, el largometraje obtuvo el Premio de la Academia al mejor guion original, el Premio BAFTA a la mejor película, el Premio David di Donatello y el Premio César a la mejor película extranjera.
Desde su estreno, los expertos han apuntado la variedad de lecciones que la película enseña a sus espectadores. Incluso en la actualidad, los investigadores sienten interés hacia ella, de manera que se trata de uno de los largometrajes más trascendentes de los últimos años.
Este día te presentamos 5 de 33 de las mejores frases de El club de los poetas muertos:
1. “Debes esforzarte por encontrar tu propia voz porque, cuanto más esperes para comenzar, es menos probable que lo encuentres todo”.
Muchas personas esperan con ansias el momento de inspiración. No existe tal cosa al momento de hablar de cualquier actividad creativa, sino que esta llega cuando estás en medio del trabajo.
2. “No importa lo que te digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo”.
El mejor ejemplo es que, a lo largo de la historia, se han prohibido libros por las ideas contenidas en sus páginas. En las manos de una persona inteligente, un buen libro es una herramienta punzante.
3. “Cuando leas, no solo consideres lo que piensa el autor, considera lo que piensas tú”.
Después de todo, toda obra se debe considerar desde el lector del presente.
4. “Solo en sus sueños pueden los hombres ser verdaderamente libres. Siempre fue así, y siempre será así”.
Muchos de los fanáticos de las frases de El club de los poetas muertos se sentirán identificados con estas palabras.
5. “Succionar la médula de la vida no significa atragantarse con el hueso”.
Una metáfora oportuna, que bien puede asumirse como lección de vida.