Luis Manuel Rodríguez García nos ofrece
Los Signos Rescatados
1
Cuando me alcance el alba
y la luz sea una herida de hiel en las pupilas,
sepultaré mi gozo
y marcharé seguro hacia la noche.
De mis huellas,
no quedará la hondura ni el asombro.
Constancia de mi sombra
no dejará el canal ni la compuerta.
Sólo
en el breve destello que alcanza la mirada,
rescataré del aire
los etéreos suspiros del recuerdo.
2
El aire me desnuda de palabras
y me golpean la espalda los silencios.
A mordiscos de luz miro el camino
y son los ojos los que ya no siento.
Hermano
Hombre.
Corazón.
Espina.
Me inclino a las raíces de los sueños
y bebo el jugo de la savia nueva.
Canto para mi sed.
Chorro de agua sin freno.
El aire es sólo un verso que me ahoga la garganta,
la voz y el pensamiento;
es la fuerza que llora en mis oídos
el salmo de su códice inescrito,
mientras busco en las hojas de los árboles
el viejo canto
para cubrir de oro mis vergüenzas.