José Juan Marín


Previo a la llegada del día del niño es recomendable recordar a El Principito una novela que encierra una metáfora bajo la apariencia de un libro infantil. El tema de este relato puede sintetizarse en la idea subyacente de que los seres humanos al llegar a la edad adulta pierden la inocencia y la capacidad de maravillarse.

 

La frase del zorro “lo esencial es invisible a los ojos” apoya este argumento, porque insta al lector a pensar en todas las cosas que parecen simples y cotidianas, pero vistas con los ojos del corazón (o con los ojos de un niño) es que se vuelven trascendentales.

 

El libro pone énfasis en la importancia de la “sabiduría de un niño” representada en la figura del principito que luce joven y con aspecto infantil pero su alma tiene un conocimiento y experiencia que solo se logra con los años. Es él a pesar de ser tan solo un niño quien logra comprender los desentrañables misterios del amor, la amistad, el perdón, y la incapacidad de los adultos para comprender estas nociones, algo que los niños logran con absoluta facilidad y con la sencillez de la inocencia.

 

El Principito tiene una innegable impronta psicológica y una fuerte presencia de simbología que permite a cada persona extraer sus propias conclusiones del relato a la vez que deja una enseñanza.

 

Trata temas universales como el amor, la amistad, los valores y la naturaleza humana, entre muchos otros. Encierra en sí misma, un sin fin de simbolismos profundos que nos permiten reflexionar sobre el verdadero sentido de la vida.

 

La rosa, para Antoine de Saint-Exupéry, representa el amor, la forma en que nos domesticamos y nos dejamos domesticar. Es esta virtud invisible la que hace que una sola rosa sea especial. No es la flor en sí, después de todo, hay campos y campos de rosas por ahí. Por apariencias externas, una rosa es como cualquier otra rosa. Entonces, ¿en qué se diferencia? Es el lazo invisible del amor. El costo de no atreverse a amar es perder por completo el sentido de nuestra existencia.

 

Mostrarles que debemos estar dispuestos a descubrir nuevos lugares, nuevas formas de hacer las cosas, arriesgarnos a explorar el mundo, vencer el miedo al fracaso, salir de nuestra zona de confort. Conforme vamos creciendo perdemos la capacidad de asombrarnos y sorprendernos con cosas que de niños nos parecían increíbles y especiales.

 

Es la historia adecuada para que nuestro niño interior sea capaz de aceptar y desarrollar su responsabilidad en esta sociedad. Tomar la decisión de buscar lo extraordinario en lo ordinario. Que puedan descubrir y vivir la vida con plena felicidad, humanidad y bondad.

 

 

 

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