Piénsalo tres veces

¿En qué piensas cuando piensas?

Parte I

Francisco Javier Rauda Larios


«La vida no se trata de encontrarte a ti mismo. La vida consiste en crearte a ti mismo».

– Bernarn Shaw

Desde tiempos inmemoriales se ha sabido del poder que el pensamiento tiene sobre nuestras vidas.

Ya en la antigua Grecia, filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles ya exploraban la naturaleza del pensamiento y su impacto en la vida humana.

Platón, en particular, creía que las ideas eran la realidad más auténtica y que el mundo material era solo una sombra de estas ideas perfectas. Su concepto del «mundo de las ideas» sugiere que nuestros pensamientos tienen una existencia independiente y que la realidad física es un reflejo de estos pensamientos.

Aristóteles, por otro lado, introdujo la idea de que el pensamiento racional y lógico es fundamental para alcanzar la «eudaimonía» o una vida plena y feliz.

En las tradiciones orientales, como el budismo y el hinduismo, se ha enfatizado durante mucho tiempo la importancia de la mente y los pensamientos en la creación de nuestra experiencia de vida.

El budismo, por ejemplo, enseña que la mente es la fuente de todo sufrimiento y felicidad. El Buda dijo: «Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos, hacemos el mundo«. Esta enseñanza subraya la creencia de que los pensamientos no solo influyen en nuestra percepción del mundo, sino que también dan forma a nuestra realidad interna y externa.

Con el advenimiento de la psicología moderna, la influencia de los pensamientos en nuestras vidas ha sido objeto de estudio científico. El concepto de «psicología cognitiva» se centra en cómo nuestros pensamientos, creencias y actitudes afectan nuestras emociones y comportamientos.

Aaron Beck, un pionero en este campo, desarrolló la «terapia cognitivo-conductual» (TCC), que se basa en la idea de que cambiar los patrones de pensamiento negativos o distorsionados puede llevar a mejoras en el bienestar emocional.

Más recientemente, el avance en la comprensión de la neuroplasticidad ha reforzado la idea de que nuestros pensamientos pueden cambiar literalmente nuestro cerebro. La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse en respuesta a nuevas experiencias, aprendizajes y, más significativamente, pensamientos. Esto sugiere que, al cultivar pensamientos positivos y constructivos, podemos moldear nuestro cerebro para mejorar nuestra salud mental y física.

En la cultura popular, la idea de que nuestros pensamientos pueden atraer realidades ha sido popularizada por la «Ley de la Atracción«. Este concepto, que ganó notoriedad con el libro y la película «El Secreto«, sostiene que pensar positivamente y visualizar objetivos deseados puede atraer esos resultados a nuestras vidas.

Aunque esta idea ha sido criticada por simplificar la compleja relación entre pensamientos y realidad, ha resonado con muchas personas que buscan un enfoque proactivo para mejorar sus vidas.

Con base en lo anterior, amigo lector, y como lo vengo haciendo de manera habitual en casi todos mis artículos, plantearé algunos cuestionamientos, empezando por el que encabeza el presente.

¿En qué piensa cuando piensa?

¿De que tipo son sus pensamientos?

¿Qué emociones le despiertan?

¿Por qué piensa de esa manera?

¿Cómo afectan su salud, sus relaciones, su trabajo, su vida en general?

Si sus respuestas no son del todo gratas y positivas, cosa que sinceramente deseo que no sea así, le tengo una interrogante más:

¿Qué le impide pensar de otra manera?

A continuación, presento algunos razonamientos al respecto.

Si bien es cierto que la neuroplasticidad, como ya lo señalé, es la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales a lo largo de la vida permitiendo el aprendizaje y la adaptación, también implica que los patrones de pensamiento y comportamiento se consolidan con el tiempo. Las neuronas que se activan juntas tienden a formar circuitos más fuertes, lo que significa que los pensamientos y comportamientos repetidos se vuelven automáticos y, por ende, más difíciles de cambiar.

Estudios en neurociencia han demostrado que los hábitos mentales son el resultado de circuitos neuronales establecidos. Cambiar estos circuitos requiere esfuerzo y repetición, lo que puede ser un proceso muchas veces incómodo y demasiado lento.

Existe, por otra parte, lo que se conoce como Sesgo de Confirmación. Una tendencia cognitiva en la que las personas favorecen, buscan, y recuerdan, información que confirma sus creencias preexistentes, mientras ignoran o desestiman la información que las desafía. Este sesgo refuerza los patrones de pensamiento existentes y dificulta la apertura a nuevas perspectivas o ideas.

Investigaciones en psicología han mostrado que el sesgo de confirmación puede llevar a la «ceguera cognitiva«, donde las personas no ven o desestiman la evidencia que contradice sus creencias. Esto refuerza la resistencia al cambio y dificulta la adopción de nuevos patrones de pensamiento.

– Voltaire


Información sobre talleres, cursos y conferencias:

+52 443 626 64 16

paco.rauda@diseñadordelfuturo.com

Deja un comentario