José Juan Marín


Esperanza, la autobiografía del papa Francisco, se gestó durante seis años y, es un compendio de recuerdos y reflexiones del papa sobre las principales cuestiones sociales y políticas de nuestro tiempo.

Esperanza recrea vívidamente el colorido mundo en el que creció el joven Jorge Mario Bergoglio, un mundo que era una colección de emigrantes de diversos países y de personajes pintorescos, de su tía “carterista” y otros familiares memorables.

Esperanza, sin embargo, traza una línea desde los acontecimientos y encuentros de la infancia que forjaron el pensamiento de Francisco hasta la actualidad.

El apoyo inquebrantable de Francisco a los emigrantes, comenta, deriva de sus propios antecedentes como hijo de emigrantes italianos en Argentina. Su aversión a la guerra “quien hace la guerra es el mal. Dios es paz”. » Esperanza «, recoge las experiencias bélicas de su abuelo en la Primera Guerra Mundial. “Nono describió el horror, el dolor, el miedo, el absurdo sinsentido de la guerra”, escribe.

Un investigador farmacéutico de izquierda que conoció antes de ingresar en un seminario “me enseñó a pensar, y me refiero a pensar en política”.

Recuerda que una vez ayudó a afeitarse a un Jorge Luis Borges casi ciego. “Era un agnóstico que recitaba el Padrenuestro todas las noches porque había prometido a su madre que lo haría, y que moriría con la extremaunción”

En un principio, Francisco pretendía que la autobiografía se publicara póstumamente, pero el verano pasado cambió de opinión para que la publicación coincidiera con el Jubileo de 2025.

No creo que quisiera una autobiografía para hablar de sí mismo, sino utilizar sus recuerdos, sus historias, para hablar de todos y a todos, incluso de los momentos más difíciles.

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