ARARO BAUSTISMOS Y CASAMIENTOS DE NATURALES  1625-1662

LEANDRO ESPINO CORDOBA, CRONISTA DE ARARO

Parte III


Los nombres de los indígenas.

Al bautizar a los indígenas, les fue impuesto un nombre del Santoral Católico y el nombre p´urhépecha pasó a ser el apellido. A otros, se les puso el nombre de un santo y por apellido otro nombre de santo. Este tema es representativo del encuentro de dos culturas.

El que conquista impone. Nos indica, palpablemente la superposición de dos visiones, dos mundos, dos religiones. Pero siempre la dominancia del nombre cristiano que nos señala la imposición de una religión, de un modo de ser, de un mundo.

No siempre se logró. Por eso el sincretismo se ha vivido y sigue vivo en la actualidad. Todavía en estos años que comprende el libro, el sincretismo sigue vivo y los frailes franciscanos, sobre todo ellos, seguían con su mística evangelizadora de cierto respeto hacia el indio, su lengua y su personalidad particular.

Aunque también se deja ver la mentalidad que permeaba en muchos estratos de la sociedad de la época: la inferioridad intelectual del indio y su proclividad al mal. De ahí la casi nula accesibilidad a estudios superiores y menos aquellos que se encaminaban hacia el sacerdocio.

El libro no nos dice nada del bautizo de otros  indígenas que no fueran p´urhépecha. Posiblemente en este asunto, ellos no vieron la necesidad de anotar, si era otomite, nahuatlato… etc. Puntualizo esto porque, por ejemplo, en Taimeo dominaban los otomíes y nunca se hace esa anotación

Algunos Apellidos P´urhépecha:

Tzitziqui – Canaqua – Cuiris – Tzipaqua – Niniqua – Iriqua – Acuitze – Tziri – Curinda  Curinda – Cuni – Apume – Chuniri – Cutzumu – Tzanandi – Tzicata – Cuini – Angauata – Xani – Tzariqua – Tzina – Apatzequa – Uata – Uariqua – Aniqua.

División de castas

Este libro es prueba de ello. Ni siquiera en los registros podía mezclarse oficialmente todos los habitantes de la Nueva España. En el Archivo Parroquial hay libros exclusivos para españoles; libros para Mestizos, Mulatos y Negros; y, como es nuestro caso, libros para los indígenas, que ellos llamaban “naturales”.

El mestizaje se daba por el casamiento o por la fuerza o por la violación o el engaño. Cuando había matrimonio de por medio entre español e indígena no había problema. Este se presentaba en los otros casos.

Por eso en el libro al recibir el bautismo se distinguían dos clases de nacimiento:  los que se denominan como “Hijo de la Iglesia”, es decir, los niños abandonados en cualquier lugar, aunque había algunos lugares más comunes: a la puerta de los templos o de las casas de españoles pudientes.

Entonces eran llevados al bautismo apadrinados normalmente por los españoles más influyentes del pueblo. En el libro en cuestión están anotados 95 “Hijo de la Iglesia”. Es una cifra escandalosa para la sociedad de aquellos años, que tenían reglas muy estrictas en cuanto a la moral.

Sin embargo, la burla de esa norma cristiana es evidente, pues los que cometían estos atropellos eran los españoles, en su mayoría. Y estaba el otro caso de “padre desconocido”, se conocía la madre, generalmente indígena, no así el padre, que permanecía en el anonimato, por miedo de la madre de revelar el nombre del padre, ya sea porque temía que los parientes más cercanos tomaran venganza o porque temía ser muerta por el padre del producto, que normalmente era un español.

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