Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Reyes

“No hay otro dirigente capaz de unificar el hemisferio occidental que Joe Biden; un gobernante humanista y visionario” Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, ante la Cumbre de los líderes de América del Norte.

Para la relación bilateral México-USA resulta indispensable y estratégico el estudio permanente del desempeño del Congreso Americano.

Recientemente, el Congreso americano recibió en Washington a los tres poderes de la Unión, encabezados por el Presidente Biden.

Fue una noche llena de emociones cordiales, camaradería y diálogo en donde la prudencia, experiencia parlamentaria y estatura política de Biden brillaron y le permitieron pronunciar su discurso conforme a un diseño previo de comunicación política persuasiva.

Después de escuchar durante casi dos horas al Presidente Biden, es notoria su capacidad para transmitir la sensación de satisfacción con la conducción de la nación más poderosa del mundo.

A sus 80 años de edad, estamos ante un Presidente que preparó el escenario de su discurso sobre el Estado de la Unión para posicionar su interés en gobernar un segundo mandato.

Probó nuevamente su capacidad de argumentar, utilizar cifras y datos duros, ejemplificar, emocionar y conmover a la audiencia, preparando a su partido y a sus adversarios, para su candidatura a la reelección presidencial en 2024.

Biden se presenta como político certeza de futuro próspero para la nación: puntualiza que a dos años de la explosión de COVID-19 en el mundo entero los Estados Unidos están de pie, listos para emprender una cruzada nacional para la construcción de infraestructura que les va a permitir contar con mejores carreteras, puentes, vías férreas, fábricas de chips e instalaciones para utilizar internet de banda ancha en todo el país.

Han recuperado el empleo, se han creado más puestos de trabajo que nunca en su historia, aunque admitió que siguen padeciendo una alta tasa de inflación.

Hizo énfasis en la recuperación de la confianza y reconocimiento de la fortaleza de la producción industrial estadounidense, van a consumir lo hecho en América.

Recordó varios ejemplos de la acción legislativa bipartidista cuando republicanos y demócratas poniendo de lado sus diferencias legislan en favor de la nación.

Esta nueva etapa de recuperación económica de mediano plazo de la unión americana traerá beneficios a México, habrá mayor inversión extranjera directa, creación de empleos y elevamiento en las tasas de recaudación fiscal, así como recepción de propiedad intelectual y mayor comercio.

Como bien señala el asesor político demócrata y consultor estratégico Jess O’Connell (Financial Times, 8/02/2023), Biden es un político que sabe ofrecer a sus contrincantes que “nada le intimida”, tal como se mostró en pleno discurso sobre el Estado de la Unión ante burlas/abucheos.

“Joe Biden es tartamudo desde joven y por eso no es un gran orador. Muchas veces no termina sus ideas, sin embargo, logra transmitir finalmente sus mensajes. Hay que alabarle esa actitud que le ha permitido a éste presidente llegar a los norteamericanos explicándoles constantemente, deteniéndose y dialogando con ellos. Pareciera que éste discurso a la clase media y baja estadounidense ha facilitado su comunicación” (Tomás Caparroso Franco, Revista Vértigo, febrero 2023).

Biden aprovechó el momentum de atención nacional para trazar sus líneas de agenda gubernamental y a su vez de contraste electoral personal con los republicanos, cuando abordó el techo de la deuda, el problema migratorio transnacional, programas gubernamentales de pensiones y de atención médica para adultos mayores, el refrendo de la prohibición de armas de asalto, la petición de un nuevo impuesto que deban sufragar los multimillonarios, así como ante la trágica crisis de salud estadounidense provocada por fallecimientos causados por el consumo del fentanilo.

Todo ello en el contexto de una polarización y confrontación sórdida con los republicanos.

Estamos pues ante un Presidente que ha aprovechado la ocasión para mostrarse como un gobernante que tiene la paciencia suficiente para disponerse a negociar y a mediar, y a su vez -reconociendo la ferocidad intratable de los republicanos-, ha decidido adelantar su capital político para ser considerado candidato presidencial.

Biden mantiene firme el apoyo del gobierno de EUA a la guerra que libra Ucrania contra Rusia y -recordemos el frenesí mediático y político ante los presuntos “globos espía” chinos-, por lo que Biden ha evitado hasta ahora que escale el conflicto a nivel internacional con Pekín, mostró firmeza y con brevedad envió un mensaje claro de que Estados Unidos protegerá su soberanía ante “sus amenazas”.

Lo que es un hecho es que éste escándalo ha sido utilizado para buscar moldear a la opinión pública sobre la debilidad de su Presidencia para responder a China.

El índice de aprobación de Biden en el segundo año de su mandato es sólo del 41 por ciento, que como documenta Gallup, está dentro de los más bajos desde el gobierno de John F. Kennedy y relativamente más alto que el 40.4 por ciento de D. Trump.

Así, a pesar de la evaluación negativa y la insatisfacción del público estadounidense sobre la Presidencia de Biden, el mandatario se mantiene como crisol sin competencia en el Partido Demócrata para ser nominado y a su vez, que tiene el temperamento, la experiencia y goza de salud política para seguir sorprendiendo a sus adversarios políticos, a la ciudadanía estadounidense y al mundo

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