Piénsalo tres veces

Decisiones, consecuencias

Parte I.

Francisco Javier Rauda Larios


“Es en los momentos de decisión cuando se forma tu destino.”

Tony Robins

Hace muchos años, para sorpresa mía, me enteré que uno de mis escritores favoritos, Herman Hesse, también escribió poesía y, lo confieso, ganas no me faltaron de dejar a mi amigo sin ese libro, pero me gano la cordura. Lo que si hice, fue hojearlo y a manera de Dioscidencia, como las llamo yo, justo en la página que escogí, de manera aleatoria, aclaro, me encontré el siguiente poema, que, por su brevedad, transcribo a continuación:

Llevan sobre la tierra
muchas calles y caminos,
pero todos apuntan
a la misma meta.

Puedes cabalgar y viajar,
de a dos y de a tres,
el último paso
debes darlo solo.

Por eso ningún conocimiento
ni poder es tan bueno,
pues todo lo difícil
debe hacerse solo.

Muy seguramente se preguntará usted, amigo lector, y a qué viene el mencionado poema, que por cierto lleva el título de “Solo”. Lo explico a continuación.

La razón es porque de cierta edad en adelante, todas las decisiones que tomamos en la vida las tomamos solos.

La cuestión es que la mayoría de nosotros, por no decir que todos, tendemos, por alguna extraña razón, a culpar a alguien más de los resultados en nuestra vida, cuando dichos resultados son consecuencia directa de nuestras decisiones y, como ya lo señalé de alguna manera, nadie, absolutamente nadie, decide por nosotros.

Parafraseando a Hesse, hay muchas personas en nuestra vida que, para bien o para mal, nos influyen de alguna manera, pero, al final, el último paso debemos darlo solos. Esto es, al final, la última decisión debemos, y de hecho lo hacemos, tomarla solos.

Incluso, aun cuando estuviéramos amenazados con un arma, al final es decisión propia hacer o dejar de hacer aquello que se nos pide.

El hecho, mi querido lector, es que usted y yo y todos los lectores y no lectores de este artículo, estamos como estamos y estamos donde estamos como resultado de las decisiones que hemos tomado en el pasado.

Nuestra situación financiera, de salud, de pareja, de familia, con los amigos, en el trabajo, en la que nos encontremos en este preciso momento, no es si no consecuencia de nuestras decisiones pasadas. Así de simple.

Y, de igual manera, las situaciones en las que nos encontremos el día de mañana, dependerán de las decisiones que tomemos hoy. En otras palabras, de lo que hagamos o dejemos de hacer, hoy.

Lo más importante de ello, es que, si llegamos a estar en situaciones que, por alguna razón, nos desagraden, no debemos culpar a nadie en particular por ello, ya que fue decisión nuestra y solo nuestra estar en esa situación.

Suelo comentar en la conferencias o talleres en las que hablo de este tema que a mí nadie me apunta a la cabeza y me dice “tómate dos botellas de vino cada fin de semana”. Nadie me apunta a la cabeza y me dice “no ahorres, gástate todo lo que ganas”. Nadie me apunta a la cabeza y me dice “maneja en estado de ebriedad”.

Podría seguir con una lista interminable de ejemplos similares, pero creo, apreciable lector, que ya entendió el mensaje.

La cuestión es, insisto, que todos los resultados en nuestra vida, buenos y malos, dependen única y exclusivamente de nuestras decisiones. Y que, como ya lo señalé y lo reitero, nadie, absolutamente nadie, decide por nosotros.

Usted podrá, y con justa razón y derecho, argumentar que hay circunstancias, ya lo dijo Ortega y Gasset, “el hombre es y su circunstancia”; pero también es cierto que, la manera en que respondemos o actuamos en esas determinadas circunstancias depende, como ya lo dije, única y exclusivamente de nosotros.

El detalle con las decisiones, es relativamente fácil, todas, todas, todas, las decisiones que tomamos en la vida, traen consecuencias. Todas, sin excepción.

Y la cosa se pone más fácil aún, solo hay dos tipos de consecuencias, buenas y malas. El detalle con esto es que, en la gran mayoría de los casos, ya sabemos, o por lo menos intuimos, la consecuencia de nuestra decisión antes de tomarla; pero en muchos de estos casos, tristemente, aun a sabiendas del resultado, y me refiero a los malos resultados obviamente, decidimos hacerlo.

 

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