Tranquilino González Gómez

 

Deja que fluya

la vida

en el río de tu belleza,

al recorrer la emoción

de tu piel terrestre

y su aroma de nardo.

 

Mi corazón canta

cada segundo que te vive.

 

Amaneces espiritual,

con ganas de consumirte

en el asombro del presente,

en el yoga que se desborda

con la armonía

de tu conciencia de ser.

 

Eres en mí

la identidad de la tierra,

con el fuego solar

que alimenta

el secreto de la vida.

 

Soy en ti

el abrigo de la ternura

que guardas,

para asegurarte la delicadeza

inasible del amor

que compartimos

en este cósmico ritual.

 

Me consumo en tu belleza

y mi alma presiente

la fuerza de tu infinitud,

innombrable como la intención

que evocas para alcanzar la luz.

 

 

 

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