Piénsalo tres veces

Despertar la conciencia organizacional.

Francisco Javier Rauda Larios


«El primer paso hacia el cambio es la conciencia. El segundo paso es la aceptación

Nathaniel Branden.

En mi libro más reciente, “El Triángulo de la Excelencia Operacional” (disponible en Amazon) destaco la importancia de la Cultura Organizacional para crear Equipos de Alto Compromiso, capaces dar lo mejor de sí, lo que se traduce en un Alto Desempeño, para generar Resultados Extraordinarios.

Pero, y lo aclaro de igual manera en la obra antes mencionada, todo lo anterior no sería posible sin despertar la Conciencia Organizacional que, como lo señalo más adelante, no es otra cosa que despertar la conciencia de todos y cada uno de los integrantes de la organización y lo enfatizo, TODOS.

En el ritmo vertiginoso de las operaciones diarias, es fácil que los colaboradores se enfoquen únicamente en sus tareas inmediatas, sin detenerse a pensar en cómo encajan en el todo. Sin embargo, cuando una persona comprende a la organización como un sistema interconectado y dinámico, se despierta algo más profundo: la conciencia organizacional. Y con ella, la disposición genuina de dar lo mejor de sí.

Una organización no es un conjunto de departamentos aislados, ni un organigrama inerte. Es un sistema vivo compuesto por personas, procesos, decisiones y propósitos. Todo está conectado. Lo que hace un colaborador en un área tiene repercusiones en muchas otras. Cuando alguien retrasa una entrega, no solo afecta una tarea: puede impactar una venta, una experiencia de cliente, una meta estratégica.

Cuando los colaboradores despiertan su conciencia organizacional, dejan de ver su trabajo como un simple conjunto de tareas aisladas. Comienzan a comprender que sus acciones tienen un efecto sistémico y que el valor que aportan puede influir en sus compañeros, en los clientes, en la comunidad e incluso en el entorno social y ambiental. Así, la organización se convierte en un catalizador de transformación no solo interna, sino también externa.

Una empresa con colaboradores conscientes puede generar una cultura que inspire cambios reales: innovación con propósito, servicio auténtico, compromiso genuino y decisiones más humanas. La conciencia organizacional, entonces, no es un lujo; es una necesidad estratégica para las organizaciones que aspiran a trascender, dejar huella y construir un legado.

 

Despertar esta conciencia sistémica en los colaboradores es clave. Implica ayudarlos a ver más allá de sus funciones y a entender cómo su trabajo influye en el desempeño colectivo. Requiere fomentar una mirada más amplia, menos centrada en el “yo” y más conectada con el “nosotros”.

En mi humilde opinión, considero que los siguientes pasos son fundamentales para despertar dicha conciencia:

  • Educar en pensamiento sistémico. No basta con hablar de colaboración, hay que enseñar cómo funciona el sistema organizacional, con ejemplos concretos, simulaciones o casos internos. Comprender los flujos, los cuellos de botella, las relaciones causa-efecto entre decisiones, es revelador.

 

  • Compartir el propósito y los resultados. Muchas veces, los colaboradores no conocen el propósito mayor de su trabajo. Comunicar con claridad por qué existe la organización, a quién sirve y qué impacto genera en la sociedad, les permite conectar emocionalmente con su labor. Mostrar también los resultados de su esfuerzo (ventas, satisfacción del cliente, logros de equipo) fortalece el compromiso.

 

  • Crear espacios de reflexión. Una pausa consciente puede tener más valor que una jornada entera de tareas mecánicas. Espacios breves de conversación donde los equipos compartan cómo se sienten, qué observan, qué proponen, ayudan a construir una cultura de mayor conciencia.

 

  • Reconocer las actitudes constructivas. Cuando alguien da lo mejor de sí, cuando alguien actúa con sentido de propósito, se nota. Reconocer y celebrar esas actitudes envía un mensaje claro: aquí valoramos el compromiso, la excelencia y la responsabilidad compartida.

 

Cuando un colaborador comprende que su trabajo tiene sentido, que forma parte de algo más grande y que su actitud impacta al conjunto, se produce un cambio profundo. Ya no trabaja solo por un salario: trabaja con una intención. Decide ser parte de la solución, no del problema. Se convierte en un multiplicador de energía positiva.

Despertar esta conciencia no es un acto único, es un proceso continuo. Requiere líderes que inspiren con el ejemplo, que comuniquen con claridad, que escuchen con atención. Requiere una cultura organizacional que invite al aprendizaje, a la colaboración y al crecimiento mutuo.

Porque, al final, una organización consciente no es más que un grupo de personas conscientes que entienden que dar lo mejor de sí mismas en el día a día es el ingrediente esencial para construir un futuro mejor, dentro y fuera de la empresa.

«La conciencia sin acción no tiene valor

  • Phil McGrow.

 

 

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