Tranquilino González Gómez
Paz a los hombres de buena voluntad, eran las palabras con las que tradicionalmente, Jesús el Cristo, saludaba. Hoy, 21 de septiembre, nos comparte la Sat Chellah Lucía Cordera, desde Oaxaca, que este Día Internacional de la Paz nos recuerde sembrar paz y amor en nosotros, para que resuene en el corazón de todos los seres en todos los planos.
Con una guerra tan trágica como la de Rusia y Ucrania, los problemas del clima y el agua en el mundo, la enorme desigualdad económica y social que se contrasta entre unos funerales de un soberbio lujo de la reina de Inglaterra, con el hambre y la miseria en muchos países, además de la pandemia del covid 19 que ha llevado al mundo a un estado de agitación, urge promover y practicar la cultura de la paz.
Hablar de la paz y promoverla es relativamente fácil, pero llevarla a los hechos, y en lo cotidiano resulta, sin duda, muy difícil. Exige un gran respeto a la vida y a las diversas formas de pensar y actuar de todos los demás seres. Requiere resolver nuestros problemas de querer imponernos a los demás, y mediante la perversión del poder sacar un beneficio propio explotando a los demás, bien sea en lo individual o a nivel de naciones.
La paz es un estado de armonía, de equilibrio entre las partes opuestas. La paz algunos la definen como quietud y contraria a la violencia, en esa dialéctica de los contrarios. La paz es un nivel de conciencia en que se tiene comprensión por lo opuesto, y por lo tanto se respeta la diversidad en las maneras de pensar y de accionar de otros, sin pretender imponer una sola voluntad e intereses como dominio.
Es una gran decisión que la ONU en 1981 estableciera el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz. Luego le agregaría en años posteriores 24 horas de no violencia y alto al fuego. En este día. Tradicionalmente, se tocan las campanas de la paz, donadas por Japón a la ONU en 1954, ya que anteriormente se celebraba el tercer martes del mes de septiembre el Día Internacional de la Paz.
Erradicar la violencia y construir una sociedad que pueda coexistir de manera más unida y tranquila, solo puede hacerse realidad en la medida que comprendamos y hagamos realidad la fraternidad universal, que estemos conscientes de que todos los seres humanos somos únicos y especiales, pero que somos hermanos y habitamos esta nuestra casa, este hermoso planeta tierra, al que debemos cuidar no solo por ser nuestro, sino porque la naturaleza no perdona, la naturaleza no negocia.
La construcción de una sociedad multiplural en la unidad, con trato de igualdad, tiene que ver con fortalecer los ideales de la paz. El lema de este año de la ONU es “Pon fin al racismo, Construye la paz”. Hoy me recuerdo que, como un emblema para transformar lo discorde en concordancia, se fundó la ciudad de La Paz, capital de Bolivia, también llamada ciudad del cielo, Chuquiago.
La verdadera paz solo surge de la consciencia de la libertad, de la paz interior en cada ser humano. Todos estamos por ésto comprometidos en este propósito. La Agenda 2030 y 2050 de la ONU tiene grandes objetivos, pero sin una base de soporte social de todos los pueblos, solo será un gran sueño. Despertemos y traigamos a nuestros días cotidianos ese sueño para hacerlo realidad.