Piénsalo tres veces
El complejo de inferioridad del Ser Humano y la normalización de la mediocridad I
Francisco Javier Rauda Larios
“Nunca he considerado a ningún hombre superior a mí, ni dentro, ni fuera de la cárcel.” Nelson Mandela
Esta frase del exmandatario sudafricano viene muy ad hoc para el tema que desarrollaré en el presente artículo, mi querido lector.
A manera de preámbulo señalaré que el complejo de inferioridad es un fenómeno psicológico que ha permeado la condición humana a lo largo de la historia.
Este complejo se manifiesta en todas aquellas personas que perciben sus habilidades, logros o valía personal como inferiores en comparación con otras personas.
Aunque es un aspecto natural de la psique humana, su persistencia y profundización pueden tener consecuencias significativas en el desarrollo personal y, por extensión, en el ámbito organizacional.
Este fenómeno, desde mi particular punto de vista, incide directamente en lo que algunos llaman la normalización de la mediocridad.
Lo anterior se hace patente tanto en el plano individual como en el plano organizacional, y ello invariablemente se refleja, de igual manera, en el plano social.
Lamentablemente, este mal no es privativo de México, afecta por igual a la mayoría, por no decir a todos los países latinoamericanos.
En algunos de mis talleres y conferencias, relacionados con el tema, suelo comentar que la mayoría de los mexicanos somos muy conformistas. Que si ganamos lo suficiente para que no nos falte un techo o los frijolitos, como decimos acá, nos decimos a nosotros mismos:
¿Para qué aprender otro idioma?
¿Para que seguir estudiando? No se diga hacer una especialidad o una maestría.
En lo general nos decimos:
¿Para qué me esfuerzo?
No sentimos la necesidad ni tenemos la ambición para llegar más lejos en nuestro desarrollo y alcanzar niveles más elevados de bienestar.
El resultado de ello es, precisamente, la normalización de la mediocridad.
¡Claro! Hay sus honrosas excepciones, y para muestra la frase de Mandela que encabeza el presente, pero la verdad es que, las pocas ecepciones, no son suficientes para sacar adelante a todo el país, razón por la cual seguimos sumidos, como país, en la mediocridad.
La cuestión aquí es, …
¿Cómo eliminar ese complejo de inferioridad y superar la normalización de la mediocridad?
Me voy a permitir, amigo lector, ahondar un poco en el tema para tratar de aclarar lo señalado anteriormente.
En el plano individual, el complejo de inferioridad puede actuar como un freno para el crecimiento y la autorrealización.
Las personas afectadas por este complejo tienden a experimentar una baja autoestima, dudando constantemente de sus habilidades y méritos. Esto puede llevar a la evitación de desafíos, el autosabotaje y la renuncia prematura a metas ambiciosas.
El desarrollo personal se ve limitado cuando la persona se convence de que no merece el éxito o la felicidad, contribuyendo a un ciclo autodestructivo que obstaculiza el florecimiento individual.
En el plano organizacional, el complejo de inferioridad puede tener repercusiones más amplias.
Los colaboradores afectados pueden manifestar una falta de confianza en sus capacidades, lo que impacta negativamente en su rendimiento laboral y en la calidad de su contribución al Equipo
La dinámica interpersonal también se ve afectada, ya que la reticencia a expresar ideas o tomar iniciativas puede resultar en la pérdida de oportunidades de innovación y mejora continua. Además, en un entorno laboral, la presencia generalizada de este complejo puede generar un clima de competencia malsana, donde la envidia y el resentimiento socavan la colaboración y el trabajo en equipo.
Veamos algunos casos a manera de ejemplo:
Impacto en el Desempeño Laboral Individual:
María, una talentosa profesional con habilidades excepcionales en su campo, constantemente subestima su valía en comparación con sus colegas. Aunque posee el potencial para liderar proyectos innovadores, su complejo de inferioridad la lleva a rechazar oportunidades de liderazgo. Como resultado, su contribución al equipo se ve limitada, y su desempeño laboral no refleja su verdadero potencial.
Dinámicas Tóxicas en el Equipo:
En una empresa, varios empleados experimentan el complejo de inferioridad de manera intensa. En lugar de colaborar, la competencia malsana entre ellos crea un ambiente de trabajo tóxico. Las ideas innovadoras se guardan por miedo a la crítica, y la falta de apoyo mutuo obstaculiza la resolución eficiente de problemas. Esto afecta negativamente la productividad y la calidad del trabajo en equipo.
Inhibición de la Creatividad Organizacional:
En una organización que no aborda el complejo de inferioridad, los empleados pueden sentirse reacios a compartir ideas audaces o cuestionar procesos establecidos. La falta de confianza en sus propias contribuciones limita la innovación, y la empresa se queda rezagada en un entorno que exige adaptabilidad y originalidad.
Problemas de Comunicación y Retroalimentación:
Javier, un gerente con complejo de inferioridad, tiene dificultades para proporcionar retroalimentación constructiva a su equipo. Temiendo la confrontación, evita abordar problemas importantes, lo que resulta en un ambiente laboral donde los problemas persisten sin resolver. Esta falta de comunicación afecta negativamente la eficacia del equipo y la mejora continua.
Retención de Talentos:
Una empresa que no aborda el complejo de inferioridad puede experimentar altas tasas de rotación de personal. Los empleados que se sienten infravalorados y poco apreciados buscarán oportunidades en entornos que fomenten un desarrollo personal positivo. Esto puede resultar en la pérdida de talentos clave y la disminución de la moral general en la organización.
Estos ejemplos ilustran cómo el complejo de inferioridad puede manifestarse en diferentes aspectos de la vida laboral y organizacional.
Abordar este fenómeno no solo es crucial para el bienestar individual, sino también para el crecimiento y el éxito sostenible de las organizaciones en un mundo empresarial cada vez más competitivo y cambiante.
A nivel social, la mediocridad perpetuada por el complejo de inferioridad puede generar una cultura que desprecia la excelencia y celebra la conformidad. En una sociedad donde la mediocridad es la norma, los estándares de calidad disminuyen, y la innovación y la creatividad son sofocadas. La falta de aspiraciones elevadas conduce a la estagnación y limita el progreso en diversas esferas, desde la ciencia y la tecnología hasta el arte y la cultura.
A continuación, sugiero algunas estrategias que pueden contribuir a superar, tanto el complejo de inferioridad, como la normalización de la mediocridad.
Agradeceré enormemente, mi estimado lector, es más lo invito a, que me haga favor de hacerme llegar sus valiosos comentarios, así como sus valiosas sugerencias, respecto del tema en cuestión. Será un placer leerlo.
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