Por Mtro. José Arturo Villaseñor Gómez.


El periodo porfiriano finalizó con la llamada Revolución Mexicana, cuyo inicio ocurrió el 20 de noviembre de 1910; no obstante, de acuerdo a varios historiadores expertos en ese periodo, los motivos o detonantes para su inicio fueron primordialmente de tipo político, claro sin descuidar los factores sociales y económicos que sin duda también fueron determinantes en su gestación y estallido.

Tras las declaraciones que hiciera don Porfirio Díaz en una entrevista a un periodista norteamericano en el sentido de que México ya estaba preparado para un gobierno diferente y que él (don Porfirio), vería con beneplácito ese cambio, se desataron con mayor vehemencia las aspiraciones de gente que deseaba un país sin la dictadura; tal fue el caso de los Flores Magón y de algunos liderazgos regionales como los del norte del país quienes en la figura de Madero consideraron la posibilidad de ese cambio generacional.
La cuestión política, sus mensajes y expresiones desataron una lucha por el poder, con una visión si bien no muy definida, si con intenciones de darle un nuevo orden al país, situación que no ocurrió de manera ni pacífica ni inmediata.
Con la partida o exilio de Don Porfirio a Francia y luego la muerte del presidente Madero en la Decena Trágica, fraguada por Victoriano Huerta, «Se soltó al Tigre», es decir, resurgió de manera más intensa la Revolución armada que iba en pos del poder, de ésta manera en el norte, centro y sur del país cundió la lucha entre facciones.
Hubo gente del «pueblo» que fue enrolada en «la leva» sin convicciones, luchando de manera obligada en distintos bandos.
En el caso de los municipios en algunos ocurrió un fenómeno singular: hubo un reacomodo de viejos caciques que se adecuaron al discurso del bando triunfante y siguieron manteniendo sus privilegios, otros los perdieron todo y terminaron arruinados.
Al amparo del discurso revolucionario surgieron todo tipo de gente que aspiraba a gobernar. La Convención de Aguascalientes y después la Constitución del 5 de febrero de 1917, fueron un momento de reflexión y un intento de legislar de acuerdo al nuevo momento histórico. Las consecuencias serían el surgimiento de nuevos municipios, el recorte territorial de otros ya existentes y la búsqueda de pacificar un país nuevamente en crisis

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