Leandro Espino Córdoba
Cronista de Araro
La Evangelización de Araró quedó a cargo de los frailes franciscanos después de su conquista para la corona española. Los frailes tenían su residencia en Zinapécuaro en el convento que estaban construyendo. Araró quedó como Visita, es decir, periódicamente venía un fraile a adoctrinar a los naturales.
Lo más probable es que levantaran una pequeña iglesia y en ella colocaron al Cristo Crucificado. Hecho de caña de maíz, tiene el tamaño de un hombre adulto, pesa apenas doce kilos. No se sabe con certeza de dónde ni quién lo hizo.
Lo que sí se puede afirmar terminantemente es que pronto se extendió la devoción a la imagen como una ola benéfica para las personas y fue adquiriendo con pleno derecho el nombre de “El Señor de Araró”.
Impresiona su estado de conservación a lo largo de los siglos. La gran sabiduría de los artesanos, que apropiándose la técnica purépecha, hicieron imágenes que todavía existen.
Siempre le han venerado los fieles con profunda y constante devoción. De lugares distantes vienen y dan testimonio de su fe, incluso remontando fronteras internacionales.
Del pueblo de Araró se encuentran referencias históricas antes y después de la Colonia. Pero del Santuario de Araró es hasta el año 1761 cuando se menciona. Lo cual nos lleva a pensar que ya de tiempo atrás estaba la imagen y su templo, llamado Santuario.
En cuanto al nuevo templo, se empezó a edificar en tiempo de los Padres Franciscanos. Para 1761 el templo estaba en vías de terminarse en su construcción.
El P. José Domingo Dutari, primer párroco del clero secular, recibió la Parroquia de Zinapécuaro en 1761 al retirarse los franciscanos. En lo que respecta al Santuario de Araró, siguió con la construcción. Puede decirse que lo dejó terminado en lo esencial, pues siguió con los arreglos. Por ejemplo, el Altar Mayor fue mejorado en forma notable y de la sencillez que tenía en 1761 obtuvo un mayor esplendor años después. En 1782 comenzó el arreglo del cementerio. En 1783 puso el entarimado del templo.
La administración del Ilustre Dr. D. Juan Bautista Figueroa fue otro momento importante en la terminación del Santuario. No agradó al señor cura Figueroa que la torre del Santuario estuviera inconclusa y en 1792 se lanzó a edificarla desde el primer cuerpo. Con el señor cura Figueroa las mejoras fueron sustanciales y casi definitivas. Hasta tiempos contemporáneos en que se hicieron cambios muy discutibles en el interior y en los anexos del Santuario.