José Juan Marín


Para Erich Fromm, la principal tarea del ser humano en la vida es darse a luz a sí mismo para poder convertirse en lo que realmente es, en alguien más noble, más fuerte y más libre. Estas y otras reflexiones demuestran esa perspectiva humanista, a la vez que revolucionaria, de una figura de gran relevancia dentro de la psicología. Además, hablamos también del que algunos consideran el filósofo del amor.

 

Para entender la teoría del psicoanálisis humanista de Erich Fromm es necesario conocer al autor, entender sus raíces, su contexto y ese mundo a la deriva que conformó su realidad más inmediata. De esta manera, estaremos en disposición de comprender aquello que le sirvió de guía e inspiración para sus teorías.

 

Cuando uno lee su autobiografía, Más allá de las cadenas de la ilusión, y se detiene ante todo en su infancia y adolescencia percibe al instante que no fueron precisamente etapas felices para Erich.

 

Algo que sin duda llama la atención de la trayectoria de Erich Fromm es que a diferencia de los psicoanalistas más clásicos que todos conocemos, él no se inició en el ámbito médico o psiquiátrico. Él de hecho no era médico, su base de trabajo era la sociología, de ahí que en ocasiones no fuera muy aceptado ni bien visto.

 

Cuando nos referimos a la teoría psicoanalista hay quien comete el error de verla como un todo, como una misma entidad rígida y específica donde habitan conceptos, dinámicas y enfoques muy claros enunciados por el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud. Se nos olvida quizás que dentro de esta corriente hay escuelas y formas de pensamiento que han enriquecido las bases del psicoanálisis desviándose de la palabra y de las ideas de Freud.

 

Erich Fromm fue uno de estos “desviados”. Fue en los años 40 cuando este psicólogo social, de origen judío-alemán, decidió romper con la doctrina psicoanalítica con la que trabajaban en el “Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt” y renovar por completo la teoría y la práctica, acercándolo a un enfoque mucho más cultural, humano.

 

Por ejemplo, reformuló la idea del desarrollo de la libido por otra más factible. Una nueva concepción en la que enunciaba y articulaba los procesos de asimilación y socialización del individuo.

 

Asimismo, podríamos decir sin equivocarnos que Fromm fue por encima de todo un pensador fascinante, un filosofo y uno de los mejores representantes del humanismo del siglo XX.

 

En sus 3 libros más importantes: El miedo a la libertad, El arte de amar y El corazón del hombre nos legó un universo de pensamientos, reflexiones y teorías donde la psicología va de la mano de la antropología y la historia, y donde a su vez el legado de Sigmund Freud y Karen Horney seguían también muy presentes.

 

Sin embargo, leer a Fromm es reconciliarte precisamente con la humanidad. Porque nos habla de esperanza y, por encima de todo, nos aporta grandes recursos de las ciencias humanas y desde el propio psicoanálisis para iniciar una transformación positiva y creadora.

 

El inconsciente determina en gran medida la vida de cada persona, por lo tanto, su libertad puede ser destituida en una medida considerable como resultado de la concienciación.

 

Para Fromm, la libertad no es una cosa o una sustancia, “es un estado de ánimo, una manera de ser en el proceso de vivir”; es diferente para cada persona y diferente en cada momento de su vida, por lo que todo pacto que debilita la libertad e integridad de la persona, disminuye su libertad marginal, mientras que todo acto que la fortalece, la aumenta.

 

Finalizo con lo que señaló el psicoanalista:» Solo la persona que tiene fe en sí misma es capaz de tener fe en los demás”.

 

 

 

Deja un comentario