José Juan Marín
En el mes de la patria, cuando se cumplen 214 años del inicio de la lucha de Independencia, es necesario decir que Morelos culminó exitosamente lo que Don Miguel Hidalgo inició.
José María Morelos, hijo de un carpintero de ascendencia indígena y de una mujer abnegada, Doña Juana Pavón, provenía de una familia humilde y le tocó nacer el 30 de septiembre de 1765 en lo que hoy es la “Casa Natal de Morelos”, en la que antiguamente fue la ciudad de Valladolid.
Los dos, Hidalgo y Morelos, se conocieron en el Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo, que adoptó y adaptó el nombre del antiguo Colegio de San Nicolás Obispo, fundado por Don Vasco de Quiroga en Pátzcuaro.
Los dos compartieron la vida de seminario y universitaria, en los días en que nuestro país buscaba una alternativa de libertad.
Los dos, en años diferentes, fueron influenciados por las ideas de la Enciclopedia y la Ilustración francesas, que se habían vuelto el pulmón ideológico de la época.
Los dos fueron sacerdotes, militares y guías del pueblo insurgente entre 1809 y 1815.
Los dos fueron partidarios del liberalismo más avanzado de la época, que fue el que trajo la libertad, la Independencia y la soberanía a todas las naciones de América.
Miguel Hidalgo sacó adelante la primera etapa de la lucha insurgente, porque cayó preso en 1811 en la penitenciaría de Chihuahua, y ahí fue fusilado.
La grandeza de José María Morelos es múltiple, pero radica -sobre todo- en haber vencido la carencia y la adversidad desde muy pequeño.
Después de graduarse como Bachiller en 1792 y como sacerdote en 1795, tuvo las agallas para ser un digno continuador de la lucha insurgente tras el fusilamiento de Hidalgo.
Su genio jurídico y político lo hizo ser el alma del Congreso de Chilpancingo en 1813, el depositario temporal del Poder Ejecutivo, el creador del Supremo Tribunal de Justicia de la Nación en Ario de Rosales y luego el supremo legislador de Los Sentimientos de la Nación en 1814.
La grandeza de Morelos, que es para los michoacanos un timbre de orgullo, hizo al general Napoleón Bonaparte afirmar: “Denme a dos Morelos y conquisto al mundo”.
Esa misma grandeza, condujo a un comandante realista a escribir al Virrey Francisco Javier Venegas: “Ese clérigo es un segundo Mahoma”, y es la misma que hizo exclamar al periodista liberal Ignacio Manuel Altamirano, que Morelos era “un genio de la guerra”.
Morelos, el escultor que cincelo los cimientos del México independiente.
Por todo esto Morelia, ayer 30 de septiembre, conmemoró el 259 Aniversario del natalicio del Generalísimo José María Morelos y Pavón.