Tranquilino González Gómez
Cuando se estudia la historia de la humanidad, se puede apreciar que el amor es una de los principales componentes que le dan vida al ser humano.
Existe hoy una gran necesidad del amor, de sentirse amado. En una sociedad del dinero y sexo, el amor es un producto vendible. El amor en nuestra sociedad capitalista se ha vuelto una mercancía. Estudiar su comercio es parte de los estudios de mercado que hacen los interesados en ello; televisoras, tiendas vendedoras de fantasías, comerciantes de la belleza y del sexo.
En una sociedad de explotación laboral, se busca la estandarización en toda la productividad, incluyendo la mano de obra del ser humano: la búsqueda de la homogeneización se implementa en programas educativos y en la información que transmiten los medios de comunicación, es la esencia de mantener el status quo, la inercia en la manera de pensar, que le da una supuesta seguridad a la vida de los seres humanos. El carácter de mercancía y estandarización, en las actividades rutinarias que hacemos cotidianamente, es el ambiente donde se tiene que revalorar el Amor.
En el Arte de Amar, Erich Fromm escribe que se requiere conocimiento y práctica en el amor. La teoría y la acción. La praxis del amor, desde una perspectiva del arte constituye una poética del amor, es decir se trata de una creación humana que se sustenta en la parte divina, en la trascendencia del ser humano. El amor busca borrar de la psique de la vida del hombre ese sentimiento de la separatividad, y se orienta a devolvernos a la unión con el otro, a sacarnos del temido aislamiento.
Es muy importante establecer una guía para comprender de manera sencilla como se puede transitar desde lo material hacia lo espiritual, al establecer que la parte física es el punto de partida, que el cuerpo y sus necesidades, es lo primero; luego están las emociones, la mente y el pensamiento, para llegar a la parte espiritual. La otra parte es el individuo como ser individual y como ser social. La parte consciente y la subconsciente. La realidad virtual y la realidad objetiva. Estos componentes deben tomarse muy en cuenta al situarse en la vía del Amor.
El dominio de la teoría del amor nos lleva a considerar que al amor se le ha considerado solo como una emoción, y a pensar que desde el corazón se da el enamoramiento; en el amor todo es belleza, y ese estado permite un acercamiento a través del noviazgo y en la sexualidad, y luego en la consolidación de la relación de pareja para una vida matrimonial; el amor es el alimento de la poesía, esencia de lo divino que lleva al hombre a vivir un estado de éxtasis.
Esta manera de ver el amor solo desde la perspectiva emocional, psicológica, resulta un tanto ilusoria, pero necesaria para atreverse luego a asumir las responsabilidades que conlleva construir una relación más sólida como pareja. Sin embargo, es necesario verla desde una visión más completa, más integral, desde una perspectiva del conocimiento y su praxis, intuitiva, y espiritual para tener más claridad al construirla. Por eso este título que toma la palabra de Poética, es decir creación, hacer; un tanto al estilo del Arte de Amar, de Fromm; La Poética del Amor.
El amor y la vida están íntimamente ligados. El instinto de sobrevivencia en la parte animal nace con el instinto sexual y en la relación para la conservación de la especie; en donde la madre y el hijo, al igual que la función del padre establecen el punto de partida. Ese eslabón de codependencia madre-hijo, crean la primera necesidad del uno en el otro; el nacimiento es la condición y problema de la separatividad, que habrá de caracterizar la búsqueda del otro para la complementaridad que se pretende reencontrar.
El intento de escapar de la separatividad se busca a través del amor. El amor es esa relación que busca el Yo en y con el Otro. El Otro como individuo, el Yo con la aceptación en la Sociedad. El Yo consigo mismo. El amor es un poder activo para la integración con el otro, en la intención de vencer el aislamiento, el miedo a la separatividad.
El amor busca en el otro, lo que necesita en sí mismo. Una relación egóica me conduce al ejercicio de mi capacidad de poder, de buscar las satisfacciones que requiero para sentir mis aparentes deseos. Cuando abordo el amor desde la perspectiva espiritual entonces me manifiesto en la comprensión, en la entrega, en la plenitud de darme todo sin restricciones como sucede durante el enamoramiento, La responsabilidad de comprender a mi sujeto amoroso es la misma que tengo al resolver mis propios problemas, en el encuentro con mi propio Ser.