La salida del Cristo a Zinapécuaro
Leandro Espino Córdova
Existe la costumbre de llevar la Imagen al templo de San Pedro y San Pablo a la parroquia de Zinapécuaro. Efectivamente, sin saber cuándo se inició esta costumbre, podemos simplemente afirmar que es una antiquísima tradición, más allá de inicios del siglo XIX.
Tenemos referencias de 1822, año en que se dice que la “Soberana Imagen del Señor de Araró se traía a Zinapécuaro desde el sábado de Ramos y en la pascua se vuelve a su santuario”. Y no sólo en esta ocasión se traía, sino también “por Julio la pide este vecindario para hacerle su novenario por el buen temporal y concluido, se vuelve a su Santuario”.
Además, si se retiran las lluvias o si hay amagos de hielos, vuelve (el vecindario) a pedirla (la Sagrada Imagen). No se habla de la duración. Pensamos que se le hacía otro novenario y lo regresaban a su Santuario. O, como se hizo aquí en Araró hace más o menos 55 años, ante la amenaza que se cernía para las milpas de una plaga de gusanos, se llevó al Cristo hasta lo que nosotros conocemos como el plan.
Esta es la tradición más antigua, la cual tampoco nos habla de cómo era el recibimiento que se le daba en Zinapécuaro o cómo era el recibimiento en Araró. Creemos que la razón por la que se fueron reduciendo poco a poco las llevadas a Zinapécuaro fue el hecho del deterioro que iban notando en la Imagen.
No sabemos qué tipo de protección tendría en esa época, la cual no dudamos que era muy deficiente. Tampoco dudamos que el riesgo de un desperfecto mayor estaba siempre presente. Ahora ya se mete la Imagen en una urna en forma de crucero con todas las precauciones y prevenciones posibles para contrarrestar los movimientos constantes a que es sometida. Referencias del año 1845 ya nos hablan de cómo se organizaban las personas de Zinapécuaro para darle la bienvenida.
Casi con certeza podemos afirmar que para esta época, ya la estadía se había reducido a la permanencia actual, es decir 50 días. Hasta ahora hemos hablado de las llevadas a Zinapécuaro, de cómo fueron evolucionando hasta la época actual. Esta tradición ha tenido sus altibajos.
Por ejemplo, el doctor don Juan B. Figueroa, el benemérito párroco de Zinapécuaro, pretendió extender la estancia en la cabecera municipal a seis meses. La razón principal que argumentaba era que el culto que le daban en Zinapécuaro era más solemne. Por lo visto, en la Mitra no se aprobó su solicitud, pues la salida de Araró y la llegada a Zinapécuaro se siguieron realizando como de costumbre.
Más tarde, durante el período de la Reforma con el presidente Benito Juárez, aparentemente no se suprimió; pero es evidente que sí hubo restricciones. No se podían hacer grandes manifestaciones de júbilo y regocijo por su llegada a Zinapécuaro. Lo mismo sucedió durante la Revolución de 1910. La Iglesia Católica, no era bien querida y fue perseguida en algunos momentos de la Revolución.
Esto, como es de suponer, afectó la salida del Cristo. Las autoridades municipales pusieron dificultades y obstáculos graves. Hubo años que no se pudo sacar del Santuario. En otras ocasiones las restricciones fueron muy fuertes: entrar entre siete u ocho de la noche, sin repiques, cohetes, música, adorno de calles, ni luces. Nada que llamara la atención de la gente.
A lo largo de la historia, algunos elementos se han desechado y otros se han incorporado. Creemos que el más significativo en los últimos tiempos es el alargamiento del recorrido en Zinapécuaro a dos días. Otro elemento importante, es que a otros pueblos del municipio, se les ha dado un lugar, ya que habían manifestado su deseo de honrar al Cristo, pues no visita su pueblo.
Llega, pues, el día en que se va por el Cristo a Araró. Muy temprano por la mañana se ve gente caminando por diferentes caminos con destino a Araró. Muchos van descalzos, pagando alguna manda o en plan de sacrificio personal de agradecimiento.
Empujando carriolas, va toda la familia llevando la comida que compartirán en algún lugar del pueblo. La romería es fabulosa. Las motivaciones para ir y acompañar al Cristo en su travesía hacia Zinapécuaro son tan diversas como personas participantes. Pero ese tema, el tema de la fe en el Cristo de Araró, es otro cantar.