LOS DERECHOS DEL PEATÓN

José Juan Marín


Caminar por los caminos de la vida requiere paciencia, sabiduría, sentido de orientación y metas muy claras y definidas.

 

Otra cosa es caminar sobre el asfalto o por las calles y grandes avenidas de nuestras ciudades.

 

Dicho en sentido romántico y poético, la ciudad es una metáfora que corre por nuestras venas con la gasolina del ensueño y las alas desplegadas del mañana al que aspiramos: la materia prima de su ser somos los humanos que nos confundimos con su espacio y su tiempo.

 

Pero dicho en un sentido absolutamente crudo y terrenal, la ciudad es “el sitio de la prueba” y una jungla en la que sólo se sobrevive si se tiene habilidad y fuerza para no ser comido por ella.

 

En el calendario de las efemérides, acabamos de celebrar el Día Internacional del Peatón, y ya sabemos que el peatón es la mujer y el hombre que recorren con sus pies una distancia para llegar a un destino, andar cómo aquí en nuestra ciudad y muchas otras donde las banquetas accidentadas por las  rampas para vehículos hacen imposibles el caminar.

 

Ya sea que se camine por una accidentada banqueta o se atraviese una calle o una avenida, el peatón es el personaje prioritario en el Derecho Internacional a la Movilidad.

 

Todos tenemos derecho a un espacio y hay lugar para todos en la ciudad moderna, según las normas internacionales, pero ese espacio y ese lugar tienen un trato diferente dependiendo de si hablamos de Norteamérica o Europa, o si hablamos de los países latinoamericanos.

 

México es un país con cifras altas en cuanto a accidentes peatonales, y en parte, a ello contribuyen las deficientes señales de tránsito y el mercado informal.

 

Pero el problema no es sólo ese: el problema es que no hay una cultura de la movilidad urbana, que enseñe al peatón a ser peatón y al automovilista a ser automovilista; el problema es, también, la falta de voluntad política y de instituciones que aseguren el respeto a la ley.

 

Esto, no es un problema cualquiera ni es cualquier problema.

 

Donde se respetan las reglas de la convivencia común hay un principio de orden; donde no se respetan, lo que impera es el caos y el desorden.

 

De hecho, debería expedirse y publicarse en el Bando Municipal, aprobado por el Honorable Cabildo, un Reglamento General del Peatón, destinado a generar una movilidad responsable y a reducir los accidentes en la vía pública.

 

Al mismo tiempo, debería aprobarse y ponerse en vigor un Reglamento General para el Uso del Automóvil, elaborado por la Dirección General de Tránsito con apoyo del Cabildo Municipal, para que Morelia sea una ciudad de vanguardia en la que sean respetados, por igual, los derechos del automovilista y los del peatón.

 

 

 

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