Luis Manuel Rodríguez García nos ofrece

HUELLAS EN EL POLVO

Poeta Sahuayense Luis Girarte Martínez

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Amiga mía, te extraño.

En tus manos de polvo se guarda una caricia.

Hay un placer de amores que se me da al tocarte

y presumo en el tiempo

un ocaso de pájaros.

 

No permitas que planten

una cruz en mi sombra

ni en las ramas del árbol

haga nido el recuerdo.

 

Deja que solo vayan mis ojos al olvido

que es la única forma de salir a tu encuentro.

 

Mira cómo mis brazos, sin sol,

sin ansiedad y sin agravios,

segadores del alba, náufragos de la lluvia,

esperan, de tu abrazo,

el alfiler del último segundo.

 

Desde hace varios días, te busco y te deseo.

Atrás quedan los pueblos que nunca fueron míos.

Una greca de sustos me taladra los huesos

y de pié no sostengo la línea de mi sombra.

 

Amiga mía, te extraño.

El fantasma del polvo se me pega a la piel.

Y una brizna de ausencias me bendice los labios

igual que una palabra beatifica al silencio.

 

Ven.

Busca mis ojos.

Ambiciono tu abrazo.

Atrás está la historia que nunca, sin ti,

grabara mi voz, en los libros abiertos de mis ojos

y en las lápidas frías de mi tacto.

 

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No encuentro en la memoria

el pacto de este amor que tengo con la muerte.

 

Mi infancia fue un camino

de inquietudes agrícolas,

desde el barbecho y el arado,

desde el canal y la compuerta.

 

La juventud traía

ojos de espiga tierna,

cintura doblegada por el viento,

alfarería de barro en las caderas.

 

Y una brizna de luz como las garzas.

Y una ilusión de júbilo en los ojos.

Y el velo del engaño bajo la bruma del dolor y el abandono.

Y la esposa, y los hijos, y el trabajo.

Y el mordisco del hambre masticando los labios.

Y la pobreza, y la injusticia, y el salario,

y aquel trozo de pan incompartido

porque no es suficiente para aplacar el daño.

 

Por eso y por lo otro y por todo lo que sabes,

a veces es más fácil romper con todo

y aceptar la cadena de tu abrazo.

 

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