José Juan Marín

La actual coyuntura migratoria y de refugio en México es la más compleja, numerosa y tensa de todos los tiempos. 

Si tomamos como referencia la estadística de la patrulla fronteriza de Estados Unidos sobre “encuentros” con extranjeros en su frontera sur, no cabe duda de que estamos ante escalas nunca vistas de solicitantes de refugio y de migrantes. 

 

La diversidad de orígenes, algunos desde distancias increíbles, agregan una cuota sustantiva de diversidad cultural y de complejidad, a lo que se añade el espectro de determinantes de la movilidad que tiene cada población. 

 

Además de lo anterior, los enormes flujos de personas confrontan las políticas migratorias más severas, excluyentes y racistas, instrumentadas con una intensidad sin precedente.

 

Entre enero de 2022 y marzo de 2023, la patrulla fronteriza americana ha registrado cerca de 3.1 millones de “encuentros” con extranjeros en la frontera de Estados Unidos con México, lo cual representa la cifra más alta de todos los tiempos. 

 

Es necesario que las migraciones se miren a partir de los factores institucionales que se tienen que asumir para proteger a esas poblaciones con el respeto a sus derechos y con políticas públicas, así como trabajar para remediar las causas que provocan la movilidad.

Los efectos de la pandemia, los desequilibrios económicos, el desempleo, el cambio climático y la caída de los ingresos familiares son factores que motivan la nueva emigración.

 

Las personas migrantes, no son ilegales: sus cruces pueden ser clandestinos, su situación de indocumentación los vulnera y los expulsa de mercados laborales formales, pero no tienen que ser, en sí mismos, tratados como si cometieran un delito, porque cuando se habla de ilegalidad inmediatamente se está asociando esto con delitos. 

 

Es importante contrarrestar ese discurso, no sólo en los Gobiernos sino también en las sociedades que cada vez son más xenófobas.

 

Los sueños de muchas familias de migrantes, muchas veces se desvanecen por culpa de la xenofobia y el racismo que aún existen en la sociedad, así como de los impedimentos burocráticos que estas personas tienen que superar. Y es que, para poder soñar, primero hay que poder dormir sin miedos y bajo un techo seguro. 

 

Datos de la Segob refieren que –entre enero y abril– 96 mil 379 mexicanos fueron repatriados de Estados Unidos , esto debe recordarnos que somos un país de migrantes hacia los Estados Unidos.

 

El desplazamiento forzado por actividades extractivistas son causas cada vez más frecuentes de la migración humana. 

 

El cambio climático también está siendo devastador en muchas zonas con grandes sequías. Lo vemos en el caso de Centroamérica, recién lo empezamos a vislumbrar en algunos territorios sudamericanos. Es una preocupación permanente el ligar como estas migraciones están relacionadas con el despojo territorial, ligadas a la violencia y a la lucha por la sobrevivencia. 

 

Esperemos que el racismo y la xenofobia no recuperen un lugar protagónico que parecía olvidado décadas atrás, y se convirtieron en eje decisivo de definiciones políticas y de gobierno.

 

En nuestra época, también llamada la era de las migraciones, son muchas las personas inocentes víctimas del ‘gran engaño’ del desarrollo tecnológico y consumista sin límites. Y así, emprenden un viaje hacia un ‘paraíso’ que inexorablemente traiciona sus expectativas. Su presencia, a veces incómoda, contribuye a disipar los mitos de un progreso reservado a unos pocos, pero construido sobre la explotación de muchos.

 

Refiero nuevamente estas palabras del papa Francisco:  

 

“Las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata se han convertido en emblema de la exclusión porque, además de soportar dificultades por su misma condición, con frecuencia son objeto de juicios negativos, puesto que se las considera responsables de los males sociales. La actitud hacia ellas constituye una señal de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos si seguimos dando espacio a la cultura del descarte”.

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