Octavio Paz un hombre universal
José Juan Marín
El pasado 19 de abril se cumplen 25 años de la partida física de Octavio Paz, y en 2024, será el Centenario de su nacimiento; Octavio Paz quien es considerado el intelectual más importante del siglo XX en México, gracias a su talento como poeta, ensayista y diplomático, además de ser el único escritor mexicano que ha ganado el Premio Nobel de Literatura.
Nació en 1914 en la Ciudad de México. Su abuelo paterno fue un destacado intelectual liberal. Su padre también alimentó su gen escritor, ya que era un periodista muy activo especializado en política que, junto a otros intelectuales de su época, se unió a los levantamientos agrarios encabezados por Emiliano Zapata.
Octavio Paz estudió en las facultades de Derecho y de Filosofía y Letras en la UNAM, donde tomó clases con el escritor Carlos Pellicer.
Desde joven, Octavio Paz comenzó a escribir sobre literatura, antropología, historia, política, arte y ciencia. Gracias a ello, logró aportar a la literatura una colección de más de sesenta títulos, entre ellos, libros, ensayos, poemas y traducciones, como: El laberinto de la soledad con el que saltó a la fama mundial, gracias a su sensibilidad para retratar las distintas facetas del mexicano.
Piedra de Sol, es una de sus obras más reconocidas. La llama doble, El arco y la lira, Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo, Los hijos del limo, son algunas de las obras que mejor reflejan su pensamiento poético. Paz utilizó los géneros literarios como una forma muy personal de reflejar la cultura, la política y la sociedad de la época.
La poesía moderna no merecería tal calificativo sin la obra del Premio Nobel mexicano, pero no fue su único mérito: durante su vida, sin perder nunca el arte de vista, dejó un legado de pensamiento y activismo que dio oxígeno a las causas por la justicia social.
En 1945 ingresó en el Servicio Diplomático de México y fue designado para trabajar en la embajada mexicana en París y posteriormente, en India. Así fue como se relacionó con artistas del movimiento surrealista como André Breton.
El escritor usaba la política para reivindicar justicia social, incluso por medio de la renuncia: en 1968 dimitió del servicio diplomático en protesta por la sangrienta represión gubernamental de las manifestaciones estudiantiles en Tlatelolco durante los Juegos Olímpicos de México.
También fue un visionario ecologista, como plasmó en su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura: «El mercado está íntimamente relacionado con el deterioro del medio ambiente, la contaminación afecta no solo el aire, los ríos y los bosques, sino también a nuestras almas. Una sociedad poseída por la necesidad frenética de producir más para consumir más tiende a reducir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y las personas ». De esto ya hace más de tres décadas, cuando el cambio climático no llenaba portadas, ni siquiera tertulias de bar.
Octavio Paz fue un hombre universal que rechazaba fronteras, políticas y humanas, y murió en 1998 en su ciudad natal a causa de un cáncer, un motivo abruptamente prosaico ante la poética con la que impregnó su vida y su abrumador legado literario, intelectual y hasta filosófico.
Con todo, la obra de Octavio Paz es fundamental para ejercer con independencia y sin sesgos “ideocráticos” la crítica de la sociedad como “aprendizaje de la imaginación en su segunda vuelta”, “curada de fantasía y decidida a afrontar la realidad del mundo”, y que “nos dice que debemos aprender a disolver los ídolos: aprender a disolverlos dentro de nosotros mismos. Tenemos que aprender a ser aire, sueño en libertad”.
