José Juan Marín

 

El arzobispo de la arquidiócesis de Morelia, Carlos Garfias, tuvo razón hace unos días, cuando llamó a la grey y al pueblo en general a ser precavidos con el uso de la pirotecnia.

 

Tuvo y tiene razón el arzobispo de Morelia, al hacer un llamado a los comités y patronatos de las fiestas patronales a ser sobrios y prudentes con el uso de la pirotecnia de barrio, por los riesgos que implica el uso del fuego en la multitud, pero también por las consecuencias humanas y ambientales que su uso acarrea.

 

Las festividades religiosas y cívicas están bien, decimos nosotros, porque son un motivo para la convivencia familiar y una terapia social que sirve a nuestros pueblos para el disfrute y el relajamiento, ahora que todo está tan cargado de energías y emociones negativas.

 

La fiesta popular en México es recomendable: brinda motivos para la expansión del ánimo y para el solaz esparcimiento del ciudadano, lo cual se traduce en una recarga de energías y de motivación para reanudar las labores de cada día.

 

Pero sí es conveniente separar la fiesta de los juegos artificiales, de la cohetería y el trueno, porque un gusto social legítimo puede traer tremendas consecuencias, como ha ocurrido ya en algunas fiestas patronales del Estado de México, de Puebla, de Veracruz, de Hidalgo y Tlaxcala.

 

Resulta interesante imaginar qué pasará en las fechas de celebración sin detonación de pirotecnia y cómo se habrá que adaptar a métodos más sustentables y responsables que sean verdaderos espectáculos. 

 

Se puede recurrir a algunas estrategias, como en los conciertos de algunas bandas que ha recurrido, al uso de cierto tipo de pirotecnia que no genera ruido, que no tiene este factor de contaminación, una pirotecnia sustentable y amigable con el ambiente, así como con la gente que sufre con lo pirotecnia tradicional. 

 

Es pertinente el oportuno llamado, a unos días de haber iniciado el Mes de la Patria, por las siguientes razones:

 

Primero.-  En el uso de la pirotecnia de barrio hay acumulación y manejo de pólvora, lo cual constituye riesgos a la integridad y a la salud por el contacto con químicos inflamables y por la inhalación de humo, pues daña a “niños recién nacidos, ancianos, personas asmáticas, autistas y embarazadas”.

 

Segundo .- La pirotecnia es altamente contaminante, y no solamente por los humos y gases que genera, sino porque afecta las facultades auditivas y visuales de las personas y tiene un impacto negativo en las mascotas y los animales de compañía, pues causa “episodios de pánico, angustia, taquicardias, dificultad para respirar, trastornos del sueño y temblores”.

 

Tercero .- Según datos actualizados, 6 de cada 10 accidentes relacionados con los juegos pirotécnicos ocurren a niños de entre 6 y 15 años de edad, los cuales pueden ser motivo de sordera, ceguera, quemaduras en diversos grados, amputaciones e incluso la muerte.

 

El uso de la pirotecnia es una práctica arraigada a pesar de lo peligroso y dañino que puede resultar. 

 

Es importante comenzar a cuestionar nuestras costumbres y llegar a generar cambios que garanticen el acceso al derecho a una vida libre de violencias incluido el derecho a un medio ambiente y el respeto a los seres vivos.

 

Por todo esto, decimos una vez más, que es necesario repensar y moderar el uso de la pirotecnia de barrio en las fiestas patronales de nuestro pueblo.

 

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