Tranquilino González Gómez


 

Cuando partí

un susurro de voces se corrió entre la gente.

Algunos con bendiciones

en sus manos iluminaron mi camino,

otros dejaron el destino a la suerte.

Nadie advirtió las sombras

que iban en la maleta del viaje a mi retiro.

Solo la tarde me miro partir

y acompaño con sus últimos rayos naranja

los pasos que las montañas aguardaban.

Día tras días

 y noche tras noche

lave las recónditas desgracias,

barrí el suelo de mis temores,

desnude los recintos imaginarios

donde esconde el miedo las tragedias,

destape el baúl de Pandora

para limpiar todos sus males.

Solo la muerte fue testigo

de la cruenta batalla con mis demonios.

Renací cuando mis manos empuñaron el fuego

sagrado de la poesía.

Renací con las palabras que amanecen

para hablar de la vida,

con el testimonio de los verbos.

Regrese hoy,

Sólo el amor acudió a mi encuentro,

con un beso sellamos los libros

que narran la poesía escrita en mi retiro.

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