José Juan Marín


Rosario Castellanos es considerada una figura importante del feminismo latinoamericano, recordarla es reconocer que este próximo 8 de marzo como una fecha para unir a activistas de todo el mundo, celebrar logros y tomar medidas que ayuden a mejorar la calidad de vida de las mujeres.

En Castellanos tanto en sus ensayos como su obra literaria abordan este tema, lo que la posiciona como una de las pioneras del feminismo en México. Su vida, su filosofía y su obra son el claro reflejo de una mujer que vivió para luchar contra las injusticias de una cultura patriarcal que ve siempre por debajo a la mujer.

Rosario Castellanos nació el 25 de mayo de 1925 en la Ciudad de México. Sin embargo, antes de cumplir el primer año de edad, su familia se mudó a Comitán, Chiapas, fue ahí donde marcaron profundamente la vida de Castellanos.

Su periodo de creación literaria fue de aproximadamente 26 años, de 1948 hasta su trágica muerte en Tel Aviv Israel en 1974. El tema de lo femenino su eje fundamental.

Entre ensayos, poemas y novelas, se puede decir que la obra de Rosario fue muy prolífica. Sin embargo, las obras en las que aborda el tema de la identidad de la mujer mexicana como oprimida y abnegada son: Mujer que sabe latín (1973) y El uso de la palabra (1974).

Ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en 1950, tres años antes de que, gracias a la lucha feminista, se reconociera el derecho de la mujer al voto, una joven y rebelde Rosario Castellanos obtuvo su título de maestría en Filosofía con un trabajo titulado “Sobre cultura femenina”.

Es importante decir que, a partir de esta tesis, nacieron ideas para comenzar a escribir ensayos sobre cultura femenina, y también como la monja del Siglo de Oro que escribiría dentro de un convento “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón”.

Sor Juana Inés de la Cruz dejó profundas huellas en la obra literaria de Rosario Castellanos. Rosario encontró en Sor Juana una especie de voz paralela. Sor Juana: también mujer, también mexicana, también dramaturga, y también poeta; sirvió como reflejo para Castellanos para explorar la condición de la mujer actual, y analizar los valores tradicionales que han regido la condición de la mujer a través de los tiempos.

La admiración de la poeta por la antigua monja jerónima era tanta, que Castellanos la tomó como un personaje en su única obra teatral: El eterno femenino.

En 1963, Rosario publicó un artículo en el periódico Excélsior llamado “Feminismo a la mexicana”. En él, la autora discute la posición inferior que ocupa la mujer en la sociedad mexicana, las diferencias establecidas entre hombres y mujeres, y cuestiona el poco desarrollo del feminismo en México.

Años después, en 1971, inspirada por lo que sucedía con el feminismo estadounidense y armada con las herramientas del existencialismo de Simone de Beauvoir, Castellanos preparó el discurso “La abnegación, una virtud loca”, que pronunció ante el presidente de la república, Luis Echeverría Álvarez. Sin miedo y con toda la fuerza que caracterizaba a la poeta.

El que Castellanos condenara las injusticias que atacaban a las mujeres mexicanas de esta manera, fue trascendente.

La escritura representó para ella un medio para luchar por una sociedad justa, libre de prejuicios y dogmas, con rumbo a una transformación social y cultural, pero al mismo tiempo, su arte fue una forma de plasmar sus pensamientos y sentimiento más personales en torno a las cuestiones de ser mujer, ser mexicana y vivir en soledad.

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