Tiempo de turismo
José Juan Marín
Morelia, por causas que vienen del pasado y por motivos atribuibles al presente, es un destino turístico luminoso y excepcional para el visitante nacional y extranjero.
Es cierto que en ocasiones no ayuda a la imagen y al potencial turístico de la ciudad el clima de inseguridad, la presencia de “barricadas sociales” con las marchas y pintas de fachadas que marcan su rostro y esa otra forma de violencia que son la falta de visión y la indolencia institucional, pero Morelia sigue siendo un destino noble y un atractivo de primer orden para el turismo nacional e internacional.
Morelia es una ciudad señorial, pero es, además, una ciudad con encanto; por ello nadie le disputa haber sido “el jardín de la Nueva España” y un crucero de ríos de identidad e historia.
Aquí nació Morelos; aquí destacó Hidalgo como maestro, académico y rector del Nacional y Primitivo Colegio de San Nicolás de Hidalgo; para ser justos, aquí nació también Iturbide; aquí tuvo su casa el intendente José María de Anzorena, uno de los confabulados para urdir la independencia del país; en suma, Morelia es cuna y bastión ideológico de la independencia nacional.
Morelia es desde 1991 Patrimonio Cultural de la Humanidad, lo cual hace de la Morelia de Morelos un destino turístico con alma, con historia, con cultura, con arquitectura y con una gran tradición intelectual.
Michoacán tiene historia, un árbol etnolingüístico con cinco ramas, un quehacer cultural que es de los más ricos y desarrollados del centro del país, una amplia variedad de microclimas entre la costa y la montaña y muchas razones para ser el destino grande de México, esperemos que haya visión para dejar atrás las telarañas mentales del pasado y lograr darle una proyección de horizonte a la entidad.
Un buen programa de desarrollo turístico tendría que aprovechar lo que pesa y lo que vende de la historia, la fina manufactura de la arquitectura que hay entre nosotros, la rica exuberancia de Los Azufres y el Volcán de San Andrés, la belleza salvaje de los Chorros del Varal y el Parque Nacional Eduardo Ruíz de Uruapan, la poética originalidad del Lago de Camécuaro y todo lo que puede hacer de Michoacán un destino de ensueño, porque nuestra entidad tiene todo para venderse sola.
Michoacán, Morelia son grandes y pueden llegar a ser un destino turístico de ensueño, a condición de que queramos, de que se forje un gran acuerdo entre gestores e instituciones turísticas y sepamos cómo darle tren de aterrizaje al programa y a las ideas.
A veces todo está en querer hacer las cosas; o bien, en desplegar el toque de liderazgo necesario para que las cosas se hagan. Sin embargo, cuando no se quiere, nomás no se quiere y ya.