Una carta a Morelia
Poesía de Tomás Rico Cano
Cómo me gustas, Morelia, de noche y de madrugada;
¡qué diáfana tu sonrisa al aparecer el alba!
Cómo me gusta tu luna que en espigas se desgaja,
cuando el silencio ilumina las voces de tus miradas.
De madrugada y de noche, con derrotas y esperanzas,
en el corazón te llevo Morelia de las campanas.
Morelia, cómo me gustas sin artificios, ni alhajas,
desnuda, con tus pregones y tu cantera lavada.
Cómo me gustan tus calles, que con el campo se abrazan;
y tus cúpulas, y torres como flechas disparadas.
Ausente, traigo el recuerdo de tus normalistas aguas; de tus altas camelinas que se encienden como lámparas.
Y tu acueducto de sueños que casi en silencio pasa
para que en Villalongín no se despierten las malvas.
Cómo me gustas, Morelia, si quisieras te robara
y te llevaría del brazo camino de la Calzada.
Calzada mía que en la tarde después de clases nos llama
y en sus canteras–alfombras recoge nuestras pisadas.
Casi sin hablar iríamos con las palabras guardadas,
que la voz estorbaría para verte bien la cara.
Después, volveríamos tarde a dar vueltas en la plaza,
mientras el viento de agosto ante ti se arrodillara.
Y ya después, en la noche, que en tu casa te dejara,
me sorprendería el lucero con un “gallo” en tu ventana.
¡Cómo olvidar de Morelia sus nubes ensangrentadas,
la glicínea del Colegio y una sombra de araucaria!
Morelia, cómo me gustas normalista y nicolaita,
recogiendo en la cantera, caricias de Jacaranda.
Cómo me gustas, Morelia, de noche y de madrugada;
recibe y contesta pronto, los renglones de esta carta.