El hoyo más profundo, también tiene una salida.

Por: Francisco Javier Rauda Larios.


Tomándome el atrevimiento de parafrasear a Jesús, comenzaré el presente artículo diciendo:

El que se crea libre de problemas, que arroje la primera piedra.

No existe, en el mundo, persona alguna que no tenga problemas.

Los problemas son inherentes a la naturaleza humana.

De hecho, es gracias a los problemas que la humanidad ha alcanzado el grado de desarrollo, al menos científico y tecnológico, del desarrollo humano tengo mis dudas, que tenemos hoy en día.

También debo decir que existe una inmensa gama de problemas, vienen en diferentes colores, tamaños, sabores y texturas. Los hay económicos, de salud, de actitud, sociales, personales, de educación, de gobierno, empresariales, políticos, de valores, y le continúa un muy largo etcétera, etcétera, etcétera.

Luego entonces, es de esperar que, como ya señalé, todos y cada uno de nosotros nos veamos, en menor o mayor grado, afectados, al menos por alguno de éstos.

Me pareció pertinente, a estas alturas del presente artículo, considerando la inmensidad de problemas que nos envuelve, plantear la siguiente interrogante:

¿Los problemas existen naturalmente o nosotros los creamos?

Esto es, los problemas ya existen en la naturaleza, como las piedras o los árboles, o, nosotros los creamos como la mermelada o los zapatos.

En opinión muy personal, creo que la gran mayoría de dichos problemas, sino es que todos, son de autoría personal. Dicho de otra manera, nosotros los creamos.

La vida, desde sus orígenes ha sido simple, nacíamos, crecíamos, algunos nos reproducíamos y moríamos. Nada tan simple como eso.

Pero a lo largo de nuestra historia, nos fuimos complicando la existencia y, como reza un refrán popular: “ahí se vendió el atole”. Dicho de otra manera y haciendo énfasis en el tema que nos ocupa, ahí empezaron los problemas.

La cuestión más importante que quiero resaltar con el presente escrito, es el hecho de que, si nosotros creamos nuestros problemas, somos nosotros mismos los que los podemos resolver o deshacer.

Propongo los siguientes pasos:

Paso # 1.

Averiguar profundamente, cómo fue que llegamos a esa determinada situación problemática o, de otra manera, como fue que nos creamos el problema. Resumido llanamente, si recordamos por dónde entramos al laberinto, sabremos encontrar la salida.

Paso # 2.

Analizar conscientemente la magnitud del problema.

¿Es realmente del tamaño que es o nosotros lo exageramos?

A veces nuestra imaginación nos juega “bromas” en ese sentido. En muchas ocasiones son nuestras suposiciones las que magnifican la dimensión del problema.

Paso # 3.

Enfrentar el problema de la forma “correcta”. En mi experiencia como coach y consultor de procesos organizacionales, me he dado cuenta de que la manera en que las personas y organizaciones encaran sus “problemas” es precisamente el problema o bien, les generará más problemas aún, por lo que caen en una espiral ascendente de problemas que, obviamente, hará cada vez difícil alcanzar la solución. Lo que les atraerá, muy probablemente, peores consecuencias que el problema original.

En este espacio, solo para hacer un poco más explícito el caso, voy a poner un ejemplo: Los problemas relacionados con el dinero.

Particularmente me voy a referir al caso de las deudas, aunque, por otra parte, tener mucho dinero también genera otro tipo de problemas, de los que no trataré en esta ocasión.

Continuando con el ejemplo, todo proceso de endeudamiento tiene su causa, o causas raíz, las siguientes entre otras:

  • No tener un empleo o fuente de ingresos y la necesidad de cubrir mis necesidades básicas.
  • Gastar o invertir en cosas innecesarias, inútiles o frugales.
  • Querer estar en un nivel social por encima del que realmente puedo en un momento determinado
  • No tener el hábito de ahorrar e invertir adecuadamente parte de mis ingresos

Si soy consciente de dichas causas o me doy a la tarea de hacer un examen detallado de como llegué a la situación en que me encuentro, entonces estaré en el camino correcto para corregir y cambiar dicha situación.

Paso # 4.

Aprender de los problemas para no volver a caer en circunstancias parecidas o, lo que es lo mismo, no volver a crear el mismo problema.

Paso # 5.

Enfrentamos nuestros problemas con Fe y Esperanza.

Cómo enfrentemos los problemas es el punto de partida para avanzar en la solución o para hundirnos hasta lo más profundo del abismo.

Si enfrentamos los problemas de manera positiva con fe y esperanza la probabilidad de que se solucionen es altamente considerable. Por otra parte, si los enfrentamos con temores, dudas y ansiedad, que nos generen angustia y desesperación, la probabilidad de hundirnos más en ellos aumentará, también, considerablemente, además del hecho de que muy probablemente pondremos en riesgo nuestra salud.

Retomando el ejemplo de las deudas, si no enfrento el problema de la manera adecuada, con fe, optimismo y esperanza y, por el contrario, me angustio, me desaliento y me estreso; la angustia, la desesperación y el estrés van a generarme un problema mucho mayor, dicho lisa y llanamente, un problema de salud, que puede, a su vez, desencadenar una serie de problemas más serios con consecuencias, quizás, muy lamentables.

La siguiente historia puede resumir y esclarecer, un poco más, lo que acabo de exponer.

En un laboratorio llevaron a cabo el siguiente experimento:

Pusieron a un ratón en una cubeta con agua y taparon la cubeta con una caja negra, de tal manera que no entrase ni un poco de luz, el ratón se ahogó al cabo de unas pocas horas.

En el mismo experimento, colocaron otro ratón, de igual manera en una cubeta con agua la cual taparon de la misma manera con una caja negra, con la salvedad de que, en esta ocasión, hicieron en la caja un pequeño orificio por el que podía entrar un pequeño rayo de luz.

El ratón se mantuvo flotando por más de tres días.

Esta pequeña historia nos revela lo que la Esperanza puede hacer en nosotros para ayudarnos a superar cualquier dificultad.

Por otra parte, hay un viejo refrán que reza así:

“Si tu mal tiene remedio, para que te preocupas y, si tu mal no tiene remedio, para que te preocupas”.

La idea implícita en esta frase es, al menos así la interpreto yo, que debemos disfrutar de la vida, independientemente de las circunstancias que nos aquejen en determinados momentos.

Finalmente, ya sea que, consciente o inconscientemente, creamos los problemas, nuestra gran ventaja es que, conscientemente, podemos, como ya lo mencioné, encontrar la solución a los mismos.

Tenemos la capacidad y podemos desarrollar la voluntad para salir de ellos y hacernos nuestra vida más disfrutable y placentera.

Mi recomendación, como lo señalo en el quinto paso, es que enfrentemos nuestros problemas con fe, esperanza y optimismo, con la firme convicción de que lograremos solucionarlos más tarde que más temprano. Esto nos permitirá vivir plenamente de manera más satisfactoria.

De igual manera dele gracias a Dios, al Universo o al Ser superior en quien Usted crea amable lector por el privilegio de vivir. Y tenga siempre muy presente que todo problema tiene solución y que, el hoyo más profundo, también tiene una salida.

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