Luis Manuel Rodríguez Garcia nos ofrece
Retorno y Cenizas
del Poeta Sahuayense Luis Girarte Martínez.
2
El rostro de la que fue mi casa está raído.
Tiene en su piel mordiscos de la rabia
con que suelen morder las injusticias
cáusticas de brasa y fuegos.
Pedazos de salitre,
como llagas de piel podrida,
se van cayendo al suelo.
De su pintura
se le arrancan las cáscaras
igual
como se arrancan de la carne
costras de las heridas
que los breñales del camino,
en carne viva,
me han venido abriendo.
Mirándola, su rostro, no registra un gesto de saludo.
Creo que ni siquiera me recuerda.
No acusa, su ventana,
un renglón por mi sombra;
el canto de mi voz en sus postigos
no cuelga ni una letra,
mucho menos se gasta
negándose al impulso de mi acento.
Estoy aquí
y un alfiler de ingratitud
me punza
los charcos de mis ojos,
mientras el corazón no encuentra espacio
para golpear el muro de las incomprensiones
que la sangre de la calle corre
igual que un hombre nuevo,
sin saludos ni abrazos ni bienvenidas fatuas
ni la voz que anticipa
la sentencia inflexible del encuentro.
No sé que fue lo que me trajo de regreso.
Yo no siento en la piel
ni la ceniza del amor concupiscente.
Siento cómo me sangran los labios y los huesos,
cómo todas las fuerzas se me caen al piso.
Cómo la voluntad me pega como piedra en la frente;
y una señal de muerte
me exhibe derrotado,
vencido;
y me obliga a dejar en la banqueta
en el escalón del quicio,
los últimos calores de mi cuerpo,
los arañazos de mis pies descalzos,
los nudos desollados de golpear las paredes
con tanta rabia absurda
burlándose de mí porque a mis años les ganó el olvido.