Por: Elizabeth Zamudio Olivares
Cronista de Ciudad Hidalgo, Mich.
Parte III
La multitud llego muy alterada a la casa de don Aquiles, la noticia de que él había envenenado el agua se corrió por todos lados y empezó a llegar más y más gente en actitud agresiva. Dicen los abuelos, que en la Fábrica la Virgen pararon toda la maquinaria, algo inusual y, por altavoz les informaron a los obreros que se armaran con palos, machetes, piedras lo que tuvieran y que se fueran a la casa de don Aquiles, ya que este había envenenado el agua y ya había muertos por ese motivo. También cuentan que en el mercado había una señora que andaba diciendo que don Aquiles había envenenado el agua y los estudiantes aprovecharon para seguir exigiendo la salida del pueblo del “cacique”, poco a poco fue creciendo la bola de nieve.
La gente estaba furiosa frente a su casa, muchos de ellos habían sufrido algún o algunos abusos de poder de nuestro personaje, incluyendo muertes de familiares, así que cada vez más se complicaba el asunto, dicen los abuelos que había unas señoras bien gritonas y majaderas y que los hombres que llegaron de la fábrica comenzaron a golpear uno de los muros de la casa hasta que hicieron un hoyo, también dicen haber escuchado a algunos cubanos en el montón, que no se explican que andaban haciendo ahí y que había agitadores que incitaban a la gente.
De repente…. la violencia estalló, había armas de fuego de ambos lados, aunque nunca se ha precisado quien inició el tiroteo, de la nada salieron bombas molotov dirigidas a las casas de don Aquiles y de su hijo Aquiles junior las cuales estaban juntas, y se empezaron a incendiar en varios puntos, incluyendo las instalaciones del aserradero que estaba en la parte sur de la vivienda y que fue material que abonó a que el incendio se generalizara, quienes fueron espectadores nos dicen que salían grandes llamas por todos lados, que los pavo reales si se salvaron, pero los caballos no, ya que fueron degollados por los invasores.
En poco tiempo la casa quedo en ruinas, los abuelos dicen que hubo dos muertos del pueblo y don Aquiles quedó en la entrada principal de la casa, dicen que salió con un arma de fuego a dispararle a la gente, pero que se le engatilló y entonces es cuando el recibe ocho balazos, unos con orificio de entrada por detrás, y nos han dicho que lo más seguro es que alguien de sus guaruras lo haya matado por la espalda.
Dicen los que vieron, que Aquiles junior salió a la calle y fue apuñalado por una persona que trabajaba en el rastro, el cual estaba cerca de su casa y que fue el mismísimo sacerdote del pueblo el que lo protegió abrazándolo y echándole su capa negra que siempre traía, para que nadie se atreviera a seguir lastimándolo.
La muerte del hombre poderoso, no fue suficiente para calmar la sed de venganza y el coraje de que ahora sí, ¡tenían dos muertos los pobladores! y dicen que uno de ellos acababa de llegar, todavía ni se enteraba bien del chisme, cuando una bala le quitó la vida. Una parte de la gente se fue rumbo a la presidencia, donde sabían que estaba en una celda Avelino Pérez, sin dar tiempo a nada, lo sacaron violentamente del lugar y lo lincharon, fue una señora la que cuando estaba tirado por los golpes recibidos, le dejó caer una piedra en la cabeza y se la aplastó, pues él era señalado como el principal autor material del “supuesto” envenenamiento del agua.
Todavía estaba “calientito” el cuerpo de Avelino, cuando llegó el ejército a restablecer el orden y evitar más derramamiento de sangre. Según las investigaciones de los hechos, responsabilizaron completamente a los estudiantes, algunos de ellos fueron a la cárcel en Morelia, pero muy pronto salieron libres, dicen los abuelos que, a la vuelta de un año ya andaban en la calle como si nada hubiera pasado y, además, con algo de dinerito, algunos pusieron sus propios negocios. Lo cierto es, que ninguno de los implicados quiso hablar, ni antes ni después de sesenta años, se han llevado a la tumba lo que realmente sucedió ese día.
Los abuelos dicen, que ese mismo día, horas más tarde, arribó a la ciudad de manera muy discreta, el General Lázaro Cárdenas y se dirigió a la fuente central del Jardín, de donde salió todo el chisme que terminó en tragedia, y pidió un vaso con agua de la supuestamente envenenada, la cual se iba a mandar analizar, y vieron como se lo llevó a los labios, bebiendo todo el líquido y finalmente dijo: “El agua no está envenenada”. Poniendo fin así a todo el borlote que se armó durante el día.
Pero…, Pero…, La historia no termina aquí, una bisnieta de don Aquiles nos da la otra versión, “ la de los vencidos”, dice que su abuelita Tere de la Peña le contaba muy pocas cosas a su mamá sobre la muerte de su abuelo Aquiles, ella era niña y le tocó estar encerrada con sus demás primos mientras sucedía el motín y tenía algunos recuerdos de ese día, pero este era un tema que no se trataba mucho en familia, querían evadirlo, por lo trágico que fue y por sentirse adoloridos por la reacción del pueblo al que don Aquiles ayudo durante más de treinta años.
Ella nos platica que su bisabuela Jovita estaba en la cocina y que de repente observó a unos intrusos armados que andaban dentro de su jardín, que habían penetrado por los diferentes accesos que tenía la casa y entonces alerta a la familia, pero en ese preciso momento, es sorprendido don Aquiles que venía saliendo de su despacho acompañado y recibe por la espalda un primer impacto mortal directo a la cabeza y después de frente le dan otro que lo detiene su reloj de bolsillo y le siguen disparando, por lo certero de la puntería, consideran que fue un profesional quien lo hizo.
Nos sigue contando, que su abuelita Tere estaba muy cerca de su papá e intenta detenerlo en su caída, pero cae sobre ella y recibe dos disparos en el brazo, entonces, su mamá Jovita le grita ¡ya déjalo, ya está muerto! ¡estás herida, estás sangrando!, todo fue muy rápido y confuso en el interior de la casa. Dice que don Aquiles no traía arma alguna en el momento del ataque y que nadie de la familia disparó e incluso que su tío Aquiles junior también salió gravemente herido por arma blanca.
Dice que, algunos sujetos aprovecharon el hueco echo en la barda para penetrar y saquear toda la casa, mientras esto ocurría, toda la familia se refugió en casas vecinas y su abuelita Tere y su tío fueron atendidos con mucha discreción por dos médicos diferentes, amigos de la familia. El hogar De la Peña Marín fue destruido en un par de horas, vieron desde sus refugios cercanos, como la gente acabó con todas sus cosas personales y de ornamento, incluyendo una extensa cava bien surtida que había, veían salir a personas corriendo con objetos tapados en las manos, en una palabra, desvalijaron la casa y después la incendiaron, seguramente para borrar los abusos y rapiña que se cometió ahí.
Después de la tormenta, la familia se dio cuenta que la vida de todos los integrantes peligraba en el pueblo, así que tuvieron que salir bruscamente y en la oscuridad de la noche, heridos, agredidos, ofendidos, sin dinero, sin amigos, dejando todas sus propiedades, que eran herencia de doña Jovita, literalmente con una mano adelante y otra atrás.
Continúa diciendo que, la carroza fúnebre que llevaba el cuerpo de su bisabuelo, iba encabezando el éxodo de toda la familia, quienes se dirigieron a la Ciudad de México y tuvieron que empezar desde abajo, pasando penurias económicas y muy
afectados y sentidos por todo lo sucedido, nunca, nunca entendieron la reacción de la gente, ¡Si Aquiles hizo mucho por el progreso del pueblo! siempre se decían.
Fue sepultado en un panteón en México y dicen los abuelos que el gobernador Franco Rodríguez pagó todos los gastos del sepelio y estuvo presente en el mismo junto con el general Cárdenas. Actualmente sus restos se encuentran en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México.
Pasaron muchos años para que su abuelita Tere regresara a Ciudad Hidalgo, y ella se vino a acompañarla y estudiar la secundaria, eran principios de los 80´ y en la escuela pasó incomodidades por ser familiar de don Aquiles, y todo aquel que llegaba de Veracruz todavía en esos años, se lo agarraban de bajada con ese tema, hoy en día eso ya no sucede.
La familia siempre pensó y han pensado que lo que le paso a su bisabuelo fue una “traición política”, ya que nunca le llegó la orden al ejército para ir a apoyarlo y, posteriormente, ningún político, ni su mismo compadre les brindaron ayuda efectiva.
También piensan que el cura Reyna pudo frenar a la muchedumbre excitada, pero no lo hizo, tenía sus diferencias con don Aquiles. Los abuelos cuentan que hubo presidentes municipales, que por la mañana se reunían con el sacerdote y por la tarde con don Aquiles para quedar bien con ambos
Siempre han pensado que los estudiantes fueron manipulados por intereses ocultos.
Los abuelos terminan diciendo, que fue un cacique muy poderoso, que ya representaba un verdadero peligro para el grupo político dominante, y por eso lo mandaron matar y utilizaron a los estudiantes.
Independientemente de todo lo que representó don Aquiles en Ciudad Hidalgo, lo único cierto es que se inmortalizó con la Leyenda del Agua Envenenada que le arrebató la vida.