Por: Elizabeth Zamudio Olivares

Cronista de Ciudad Hidalgo, Mich.

Parte II

 

Como hombre que estuvo muy cerca de algunos generales que participaron en el proceso revolucionario, aprendió de ellos a llevar un poco de bienestar a la sociedad a cambio de adquirir poder, es así como se involucra en varios proyectos que necesitaba la población para mejorar su imagen y a su gente, participa en la construcción del Centro de Salud en 1936, dos años después ayudó en las gestiones para la edificación del Mercado Municipal “Emiliano Zapata”; en 1943 fue remozada la red telegráfica; en 1947 se fundó la  primera escuela secundaria en la calle Melchor Ocampo Pte. 28, donde estuvo hasta principios de 1965, el edificio donde actualmente está, era una huerta que pertenecía a  su esposa Jovita  y dicen los abuelos que don Aquiles permitió que se construyera la escuela ahí y que el gobierno le diera otro terreno a cambio, lo cual parece ya no se llevó a cabo por su repentina muerte y la salida de toda la familia de la ciudad.

 

En 1952 Teléfonos de México conectó las primeras líneas particulares; un año después se fundó el Club Rotario; en 1956 se arreglaron y pavimentaron las calles principales,  por ejemplo, la calle Leandro Valle se pavimento hasta la calle Arteaga; se remozó y amplió la red de agua potable y el alumbrado eléctrico del Jardín, en 1958 se formalizó el Club “Capacapeche” cuyo proyecto fue el rescate, en calidad de aficionados, de los testimonios arqueológicos y documentales de la historia de la comarca de Taximaroa,  con el tiempo fundaron el “Museo Taximaroa” que estuvo muchos años en la Planta Alta de la Biblioteca Pública y hoy ese material forma parte del “Museo Tlaximaloyan”.

 

En el mismo año de 1958 se fundó la primera Asociación de Charros de Ciudad Hidalgo; se creó infraestructura deportiva, de esparcimiento y convivencia social; se fortaleció la explotación forestal en forma racional; se construyeron las brechas a los Azufres, Agostitlán, y varios caminos vecinales.

 

Como empresario, fue pionero en la floricultura en la región, trajo el bulbo de la gladiola, la cual se aclimato en Tuxpan y hoy es la principal fuente de trabajo de esa población.

 

En todas las obras de mejoramiento y urbanización de Ciudad Hidalgo y la región, estuvo la mano de don Aquiles, era el legislador que destinaba recursos para esos proyectos, es algo que se le debe reconocer, que el pueblo avanzó durante su “maximato local”, porque igual, pudo no haber hecho nada.

 

Con el paso de los años, adquirió mucho poder de la Peña, hasta se atrevió a desafiar a su protector político y compadre Lázaro Cárdenas, siguen contando los abuelos, que en el año de 1956 llegó a Ciudad Hidalgo el candidato a la gubernatura, el Lic. David Franco Rodríguez, candidatura a la que había aspirado el legislador federal Aquiles de la Peña y que, al no haber sido el “elegido” del General, estaba molesto y decidió no recibir al candidato ni darle su aprobación como era la costumbre.

 

Dicen que el Lic. Franco permaneció sentado por varias horas en la antesala de una cantina, llamada “Gambrinus”, ubicada en la calle Abasolo, por donde hoy están las oficinas de Telmex, esperando a que don Aquiles terminara de jugar baraja para poderlo recibir, lo cual no sucedió esa noche, al día siguiente regresó el Lic. nuevamente con la intención de entrevistarse con De la Peña, pero la historia fue la misma que el día anterior, así que optó por seguir su campaña en otras tierras.

 

Finalmente, el Lic. Franco Rodríguez fue gobernador de Michoacán de 1956 a 1962, los abuelos han dicho, que todo parece indicar que nunca olvidó el desaire y la humillación recibida por Aquiles de la Peña en su territorio; por su parte el Gral. Cárdenas nunca aprobó la actitud de su compadre, percibió que se estaba rebelando a las jerarquías políticas establecidas y había que ponerle un alto.

 

En el ámbito religioso, el Cura José Reyna llegó a la Parroquia de san José en1956 y rápidamente se ganó la aceptación de la grey católica, que se quejaban de los abusos y arbitrariedades de don Aquiles, hay varias personas que aseguran que el sacerdote incitaba discretamente a la comunidad religiosa en su contra, en otros momentos hacía comentarios “tendenciosos” durante la homilía.

 

Por otra parte, los estudiantes universitarios de Ciudad Hidalgo que se preparaban en la ciudad de México y Morelia, empezaron a ver que había un cacique en el pueblo que los hostigaba y que había otras maneras de gobernar y es así como se organizan en una Asociación Juvenil de “jóvenes Ciudad Hidalguenses” y empiezan a exigir desde enero de 1959, la salida inmediata del presidente municipal “aquilista”, así como la salida de don Aquiles del pueblo.

 

Así estaban las cosas a principios de abril de 1959 en Ciudad Hidalgo, situación muy complicada para don Aquiles, quien no pudo percibir la magnitud del problema que se estaba generando en un sector de  la población y, dicen los abuelos que, había otras fuerzas ocultas que empujaban a los estudiantes a radicalizar más su postura frente a la autoridad municipal que estaba en completo control de don  Aquiles, dicen que se sentía muy empoderado y que decía: que se iba a ir de Ciudad Hidalgo cuando le creciera el dedo que le faltaba en una mano.

 

Los abuelos cuentan que, el 4 de abril de 1959 los jóvenes estudiantes reunidos en el local donde hacían sus asambleas ubicado en plaza central, decidieron como medida de presión, hacer una persecución de los principales colaboradores de don Aquiles. Con esa encomienda en mente, al día siguiente por la noche, visualizaron a Avelino Pérez a quien amarraron y lo arrojaron a la pila de agua central del jardín, lugar a donde acudía la población por el vital líquido, en ese momento los jóvenes empezaron entre risas y bromas a decir que el agua estaba envenenada, en alusión a la persona que consideraban muy mala y que, por el hecho de estar ahí, ya había contaminado el agua.

 

El rumor se convirtió en falsa noticia durante la noche, al día siguiente ya la gente afirmaba que el agua había sido envenenada, lo cual era alimentado por un par de personas que andaban desde muy temprano, en una camioneta con un altavoz invitando a la población a “no beber agua, porque estaba envenenada”, las personas que habían preparado su comida con esa agua, la tiraron; literalmente todos los refrescos del pueblo se acabaron y eso que había una pequeña fábrica refresquera y su producto se llamaba “Perisoda”, era muy famosa en ese tiempo y estaba ubicada en  la calle Melchor Ocampo Poniente, entre donde hoy está la Farmacia Independencia y los Laboratorios Ocampo.

 

Un sector de la población que quedó convencido del envenenamiento del agua, y otras personas que eran alentadas por intereses de otra índole, comenzaron a reunirse afuera de la presidencia y a exigir solución al problema, el alcalde envió a personal del ayuntamiento a que fueran a checar los manantiales y no encontraron evidencias de envenenamiento.

 

Por su parte, la autoridad mando llamar a varios jóvenes para que respondieran a las acusaciones que se les hacían por el ataque a Avelino Pérez y, dicen los abuelos, que los estudiantes desviaron el tema, exigiendo que se tomaran medidas preventivas con relación a la posibilidad de que el agua estuviera realmente envenenada.

 

Así estaban los estirones entre la autoridad, los estudiantes y la población ahí reunida, cuentan los abuelos que la situación se empezó a complicar cuando a media mañana llevaron a un joven a la cruz roja que estaba en el edificio municipal y, según tenía síntomas de envenenamiento, lo cual fue descartado por el doctor, poco después arribo otro con signos de intoxicación y de la nada empieza a circular la versión de que había dos personas muertas por haber tomado agua.

 

La gente ahí reunida se la cree y hay personas interesados en que así sea, y entendemos que cuando hay difuntos de por medio, la cosa cambia, los ánimos se exacerban, las consignas se hacen más agresivas, ya no se piensa con la cabeza, sino se actúa con las vísceras, el rumor se transforma en verdad y sale del interior de cada persona su versión más ruin y ya no se miden las consecuencias y se van contra quien piensan que es el autor de todos sus problemas y por lo tanto hay que acabar con él. Es así como un grupo numeroso de personas furiosas se encaminaron hacía la casa de don Aquiles, quien “suponían” era el autor intelectual del envenenamiento del agua.

 

Por su parte, don Aquiles estaba en su casa y ya había sido puesto al tanto de lo que estaba pasando en el jardín central, no le dio mayor importancia, pues el gobernador y su compadre Lázaro ya habían sido enterados de lo que sucedía y estaba seguro que muy pronto llegaría el ejército y regresarían a sus casas a la gente chismosa, además, no era posible que las fuentes de agua fueran envenenadas por él o alguien más. Sin sentir ninguna responsabilidad respecto al tema, siguió con sus actividades en su casa, con la certidumbre de que pronto seria dispersada esa población argüendera.

 

Lo que no sabía don Aquiles es que, ese iba a ser el último día de su vida, resultado de una serie de situaciones adversas que había contra su persona, debido a las más de tres décadas de sometimiento total o parcial de la mayoría de los habitantes ahí reunidos y que en ese momento estaban pidiendo cuentas de todos esos años de injusticias, atropellamientos, arbitrariedades sufridas por algún familiar, vecino, conocido o por ellos mismos, nunca se imaginó las pasiones que se despertaron en la gente y que finalmente lo llevó a perder la vida al medio día.  Dicen los abuelos, que don Aquiles había puesto los ojos en la novia de uno de los estudiantes que andaba ahí muy activo en el relajo.

 

Los abuelos siguen contando,  que don Aquiles pudo haber salvado su vida, ya que algunos amigos, familiares e incluso el sacerdote Reyna con quien no llevaba buena relación, le sugirieron que se resguardara en la casa de alguno de ellos, mientras que se apaciguaba la gente,  que ya lo culpaba directamente a él, pero, el hombre más poderoso del pueblo subestimó este ofrecimiento y permaneció en su casa, una de las más bonitas del pueblo, que era reconocida por la presencia de pavo reales en su jardín  y de caballerizas que resguardaban ejemplares muy finos. Se le veía seguido en el pueblo montado en uno de ellos.

 

Deja un comentario