Mario Ensástiga Santiago


Se han dado a conocer el nombre de todas las candidaturas de los 12 partidos políticos de Michoacán en la contienda electoral del 2024, postulaciones que por diversas razones no cubren el 100 por ciento de los espacios políticos federales, estatales y municipales a relevar, unos porque sus bases afiliadas no les da y otros porque se han tenido que retirar de las aspiraciones por las amenazas del crimen organizado; como quiera que sea es evidente en lo general la ausencia de verdaderos liderazgos sociales y políticos de trabajo base territorial y temático, ciertamente hay un claro relevo generacional, nuevos  escenarios políticos, características e idiosincrasia de quienes aspiran a un cargo de elección popular.

Décadas atrás, sobre todo en los años de los 70´s y parte de los 80´s, como resultado de varios procesos sociales, económicos y políticos del desarrollo de nuestro país, como la fuerte migración del campo a la ciudad, los impactos que generaron las trágicas represiones de Estado a los movimientos estudiantiles y populares de 1968 y 1971 que se convirtieron en una fuerte presión política al régimen del PRI-Gobierno que provoco la reforma político electoral de 1976 para dar paso a la participación electoral de las distintas fuerzas sociales y políticas opositoras a la aplastante hegemonía social, política, gubernamental y cultural del partido de Estado.

Décadas que se caracterizaron por el importante ascenso del movimiento de las organizaciones populares, sectoriales de masas, partidos políticos, lucha armada rural y urbana, todo ello posibilito la construcción de verdaderos y auténticos liderazgos de hombres y mujeres surgidos la mayor de ellos y ellas del seno mismo de las comunidades indígenas y rurales, colonias urbanas y asentamientos de clase media, sindicatos magisteriales, obreros, universitarios, movimientos estudiantiles, centros de investigación y  la creación de organizaciones civiles no gubernamentales, entre las más diversas manifestaciones organizativas y lucha en busca de mejores condiciones de vida.

Liderazgos de un claro compromiso de trabajo de base territorial por las necesidades más sentidas de la población, sobre la visión de organización, concientización, capacitación, movilización y gestión gubernamental; en un principio el trabajo popular muy distante de la organización partidaria y electoral, años posteriores surgió  la fuerte tensión entre quienes visualizaron la importancia y necesidad de la participación electoral partidaria y entre quienes no querían nada con los partidos políticos registrados y la participación electoral, por otra parte en la clandestinidad la posición más radical de la vía armada.

La apertura de la reforma política electoral de 1976 que el gobierno del PRI se vio en la necesidad de hacer ante la fuerte y creciente presión del movimiento social y político de oposición, preponderamente fuerzas sociales democráticas socialistas y comunistas; la tendencia a la participación partidaria y electoral empezó años más tarde a finales de los 70´s, así surgieron muchos cuadros populares y liderazgos políticos con el interés por ocupar un cargo de dirección partidaria, legislativo y gubernamental, situación que se tornó una tendencia y nueva realidad, con la consecuente mejora económica y fama de quienes lograban un cargo constitucional de representación popular.

Con el paso de los años, se ha impuesto mayoritariamente la cultura política del trabajo social y político centrado fundamentalmente en la aspiración del poder público y los satisfactores económicos que ello implica, el compromiso del trabajo de base social ha desaparecido en la inmensa mayoría de quienes aspiran y obtienen un cargo de elección popular, los que en todo caso hacen trabajo de base territorial por lo general es asistencial, corporativo y electorero, el compromiso y trabajo de base para fortalecer la concientización del pueblo, como el sujeto social de los grandes cambios y transformaciones  es una utopía, por desgracia para la mayoría política, una cuestión del pasado, aunque formalmente predomine, la reiterada narrativa y discursos políticos de los tiempos electorales de un verdadero compromiso con el pueblo y sus problemas producto de la consecuente simulación, demagogia entre otras linduras de nuestra actual clase y cultura política.

Los liderazgos políticos que hoy conocemos, la gran mayoría se construyen a partir de un conjunto de redes de relaciones e intereses personales y de otras naturalezas no éticas e inconfesables, por lo que en lo general los partidos políticos inevitablemente se han convertido en auténticos espacios de poder de intereses personales, de círculos de amistades y familiares, los han convertido desgraciadamente en clubes y franquicias electoreras, donde sus integrantes aglutinados en pequeños grupos del verdadero poder partidario para ejercer el poder por el poder, claro está que hay que reconocerlo y decirlo, existen honrosas excepciones; en suma, nuestra clase política en sus estamentos partidarios de derecha, izquierda y de centro si se quiere, son muy parecidos en cuanto a la ambición del poder político.

Por otro lado, los liderazgos también se construyen a partir de tener dinero y comprar una candidaturas a través de mediaciones políticas maquilladas,  el dinero que se emplea en las campañas electorales es verdaderamente insultante, exceso de propaganda que rebasan por muchos los montos autorizados oficialmente por los órganos electorales; así el famoso y tan citado relevo generacional justifica la aparición de jóvenes y jóvenas sin la experiencia y madurez política necesaria para dar buenos resultados en los espacios gubernamentales, legislativos y partidarios.

Estos escenarios y características explican de sobra la participación de los polluelos de viejos políticos, nueva camada de participantes por un cargo de elección popular, juventudes que muy pronto tratando de emular a los viejos políticos terminan por convertirse en bebesaurios de la política pública.

Los nuevos “liderazgos” y sí, lo digo entrecomillas, transitan muy pronto exitosamente por lo que hoy es la política, sin más méritos que ser amigo o familiar de viejos políticos y dirigentes en turno, es decir, sin compromiso alguno con los problemas del pueblo, incluso pareciera que la currícula obligada es ser familiar, tener dinero, ser joven y bien parecido y parecida, transitar por varios partidos, grupos y equipos políticos de las más variadas ideologías y prácticas políticas; muy pronto se vuelven verdaderos profesionales de las alianzas y compromisos con personas y partidos al margen de auténticos principios ideológicos y políticos que vociferan reiteradamente en público.

Por supuesto que estoy de acuerdo y me parece muy importante la necesidad de los relevos generacionales, sin embargo estoy absolutamente cierto que deben darse con otras lógicas y procedimientos de valoración política de los perfiles y merecimientos de los que hoy prevalecen, cada vez es más clara la situación de que llegan jóvenes y jóvenas a un espacio de representación popular y gubernamental, quienes en tanto aprenden y doblegan la curva de aprendizaje, el pueblo es el que tiene que pagar los platos rotos al esperar que puedan dar buenos resultados, personajes sin más merecimientos que sus relaciones familiares y personales; así podemos mencionar casos del pasado reciente y del presente, ahí están simplemente como ejemplos de hoy, un hijo de Fausto Vallejo que va en busca de una regiduría del ayuntamiento de Morelia y el hermano de Marko Cortés a una diputación, que no son no son los únicos casos.

Aunque los tiempos y escenarios políticos actuales han cambiado, donde las redes sociales brutalmente predominan, el pueblo de México necesita verdaderos liderazgos, el caso más emblemático es sin duda con todas sus virtudes, defectos, aciertos y errores, es el de Andrés Manuel López Obrador, sé que es pedir mucho, pero definitivamente para transformar de fondo y raíz las actuales condiciones del México para el beneficio de la mayoría y principalmente de los más pobres, necesitamos verdaderos liderazgos  que se forjen en la práctica de la escuela de la vida, de compromiso y estudio, simple y llanamente para servir mejor al pueblo, con el objetivo de no ser un claro producto del marketing político, que no es más que la clara práctica y metodología de construir ficticiamente escenarios y en este caso liderazgos políticos.

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